Vianne sigue invocando al viento
'El perfume secreto del melocotón'. Joanne Harris. Trad. Josep Escarré Reig. Duomo. Barcelona, 2013. 434 páginas. 21 euros.
La británica Joanne Harris creó en las páginas de Chocolat una deliciosa fábula sobre la libertad individual a través de la historia de una mujer, Vianne Rocher, que se instala en una pequeña localidad francesa en la que la moral religiosa que impera no ve con buenos ojos el negocio que regenta: una chocolatería que incita a caer en los placeres mundanos y que se presenta para los defensores de la rectitud como una intolerable invitación al pecado. Harris, una autora dotada de recursos para conectar con el público, comprobó cómo el poder del cine otorgaba una nueva vida a su obra: la adaptación de Lasse Hallström protagonizada por Juliette Binoche, Johnny Depp y Judi Dench atrajo a un gran número de lectores a su universo literario.
El perfume secreto del melocotón retoma a los mismos personajes de aquel éxito para dar una interesante vuelta de tuerca: el malo de la primera entrega, aquel cura que tenía una cruzada contra las malas hierbas, Francis Reynaud, se ha humanizado y ahora necesita la ayuda de Vianne. Ella regresa a Lansquenet después de recibir una carta de la fallecida Armande, que le pide que le lleve flores y se haga cargo del melocotonero de su jardín. "Lansquenet", avisa la amiga en su misiva, "te necesitará de nuevo".
Han pasado ocho años y Vianne tiene una nueva hija, fruto de su relación con Roux, con quien vive en una casa flotante en el Sena. El escenario que se encuentra Vianne en su reencuentro con Lansquenet es bien distinto al que abandonó. La comunidad musulmana ha ido ganando terreno, y la intolerancia hacia los recién llegados -una intolerancia que la propia Vianne conoció- ha enrarecido el ambiente.
En su tono amable y su interés por describir olores y sabores -la prosa vuelve a ser altamente sensorial-, Harris se adentra en el debate del velo islámico y la no siempre fácil convivencia entre distintas culturas. El perfume... no decepcionará a quienes se sintieron cautivados por Chocolat: la autora sigue teniendo esa reconfortante confianza en el ser humano que exhibía en la anterior narración.
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