Cuerdas rebeldes y un descubrimiento

Andrés Moreno Mengíbar

14 de septiembre 2013 - 05:00

IV FÏMC Joaquín Turina. Obras e Intérpretes: Suite 'Pulcinella" de I. Stravinsky y Sonata Española, de J. Turina (G. Mourja y P. Nagy); Suite 'Romeo y Julieta', de S. Prokofiev (S. Simionescu y S. Melikyan); Trío en Fa sostenido menor, de A. Babajanian (P. Mitchel, M. Hakhanazaryan y S. Melikyan). Lugar: Centro Cajasol. Fecha: Viernes, 13 de septiembre. Aforo: 150 personas.

Una de las virtudes de estos festivales Turina es que su estructura, a la vez docente y a la vez de muestra de intérpretes, posibilita organizar conciertos en los que actúan numerosos músicos de forma complementaria, de manera que en una velada se puede disfrutar de hasta diez o más intérpretes, con la riqueza y variedad que ello supone.

De esta manera, anoche fueron seis músicos los que en diversas agrupaciones ofrecieron un interesante programa a base de obras nacidas todas en el siglo XX y con cierto aire de familiaridad estética entre ellas.

El violinista Graf Mourja y el pianista Péter Nagy abordaron obras de Stravinsky y Turina cercanas en el tiempo (1920 y 1908) con acercamientos interpetativos diversos: rudeza y aspereza en el violín (quizá en exceso, hasta el punto de romper dos cuerdas), con sonido abrupto y fraseo nervioso en Stravinsky; mayor refinamiento en el violín y espléndida paleta de colores en el piano en el caso de Turina, un Turina aún con la música francesa en la cabeza y con una suave pátina nacionalista.

A pesar de que la versión para viola y orquesta de la suite de Romeo y Julieta hace poco honor a la música de Prokofiev, Silvia Simionescu supo hacer cantar a su viola con enorme lirismo y con amplitud de tonalidades en los pasajes en armónicos y en los flautados.

Todo un descubrimiento, por último, el intenso trío del compositor armenio Arno Babajanian. Mitchel, de sonido brillante y gran sentido del fraseo, dotó de delicadeza a su pasaje en sordina del Andante. Ancho, carnoso y suntuoso el perfil sonoro del chelo de Hakhanazaryan, apasionado tanto como el fulgurante piano de Sofya Melikyan.

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