YUJA WANG & MAHLER CHAMBER ORCHESTRA | CRÍTICA
Profundidad y diversión de un piano
Hace un par de años, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo invitó a Kevin Power a dar una conferencia sobre la revista Figura, aquella publicación que entre los años 1983 y 1988 promovió en (y desde) Sevilla concepciones artísticas que transgredían los cánones de la modernidad (trabajosamente ganada en la ciudad) a favor de perspectivas posmodernas. Power conoció bien la revista, con la que colaboró, pero en su conferencia unió, al análisis de la valiosa publicación, una acertada visión de un artista típicamente moderno, Philip Guston. Tal derivación pudo venir a cuento porque Guston en 1970 decidió abandonar la abstracción y retornar a una dura figuración. Pero, si no me falla la memoria, la relación que estableció Kevin Power entre Guston y las perspectivas posmodernas fue el valor de la pasión.
Recuerdo esa conexión ahora porque creo que la percepción del arte y la visión crítica de Kevin Power siempre estuvo animada por el impulso de la pasión. Quizá por eso extendió su reflexión a formas de arte muy distintas. Buen conocedor de la pintura y en general de lo que, impropiamente, aún seguimos llamando artes plásticas (fue subdirector del Museo Reina Sofía), era sobre todo experto en literatura anglosajona, con detallados estudios sobre poesía norteamericana. Pero hace pocos años, en el catálogo de la muestra que Miki Leal celebró en la Universidad de Salamanca, Power aparecía como un consumado especialista en jazz y su texto establecía un sugestivo contrapunto con los cuadros de Leal, dedicados a discos históricos de esa música.
La amplitud de la mirada de Kevin Power no se mostraba sólo en su atención a las más diversas formas de arte, sino también en su capacidad para reconocer el valor de concepciones artísticas muy diversas entre sí. Recuerdo su brillante texto para el catálogo de la muestra que Julian Schnabel hizo en Sevilla, en 1988, en un ruinoso Cuartel del Carmen (hoy Escuela Superior de Arte Dramático y Conservatorio Superior de Música), la fértil interpretación que hizo en 1992 de la obra de Carmen Laffón con motivo de su exposición en el Museo Reina Sofía y los iluminadores trabajos que dedicó a la pintura de Curro González. Dejo de citar muchos de sus ensayos pero basten estos tres para apreciar la sensibilidad plural de Power.
Acercamiento apasionado al arte, atención amplia a los fenómenos artísticos y sensibilidad para apreciar el aguijón de cada propuesta, por distintas que puedan ser entre sí, son tres componentes decisivos para el trabajo del crítico y para cualquier espectador que quiera unir rigor y afición.
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