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El nuevo disco de Antonio Rey (Madrid, 1981) sigue la estela de los dos anteriores, aunque con una producción más austera, directa. No obstante, la obra cuenta con algunos "nombres", es decir, intérpretes de sobra conocidos en el mundo de lo jondo con los que Rey colabora habitualmente y con los que ha querido atraer la atención sobre su nueva obra. Así, en Camino al alma encontramos la voz de Diego el Cigala en las bulerías Arco de Santiago, un toque fresco en tonos menores, mayores y flamencos en los que Rey se muestra sereno y austero, una serie de falsetas cantables con los estribillos de Farruquito, que ha colaborado también en sus anteriores discos, y el cante tradicional del cantaor madrileño. Al tío Morao son las segundas bulerías de este disco, con las voces de Diego Carrasco y Miguel Poveda, compañeros de Moraíto, el tocaor fatalmente desaparecido hace dos años. Antonio Rey toca algunas falsetas del maestro a cuatro manos con Diego, el hijo de Moraíto. Si las otras bulerías son Antonio Rey al 100%, en esta segunda entrega el tocaor, de orígenes jerezanos, ha pretendido camuflarse en la tradición de un toque tan asolerado como el de los Morao de Jerez. Diego del Morao le da la réplica con emoción y entrega. Soniquete puro y duro. Carrasco dice la letra que le compuso a Morao cuando éste murió y Poveda se acuerda también del que le acompañara en sus primeros discos. Como dice uno de los jaleadores: "¡Viva tío Morao!".
La rumba, arreglada por Chaboli, es el tema más jazzístico del disco, merced a la colaboración del pianista Diego Amador y el bajista Antonio Ramos. Una pieza dulce, sentimental, sensual y cantable, de pegadizo estribillo instrumental. Diego el Churri, hermano de Raimundo y Rafael Amador, se adueña de la segunda mitad del tema con su piano que, siendo virtuoso, se presenta con un ropaje sencillo. La pieza que da título al disco son unos fandangos muy sabrosos, relajados, con un estribillo pegadizo cantado por José Treviño y Los Makarines, con unas modulaciones épicas, virtuosos en lo rítmico y que incluye unas castañuelas, instrumento este poco frecuente en la discografía flamenca actual.
Los otros dos temas de este disco que presenta Rey con el acompañamiento de su grupo son de filiación estilística no estrictamente flamenca. El primero se presenta como bolero y es la guitarra de Josemi Carmona la encargada de dar la réplica melódica a Rey. El mano a mano entre los dos guitarristas madrileños, ambos de origen andaluz, jerezano uno como queda dicho y granadino en el caso de Carmona, se resuelve en una canción pausada, sentimental poderosa y directa, plena de swing y emoción, que se resuelve en aires levantinos. Alma es el hombre de la primogénita de Antonio Rey y lo es, también, de la pieza que cierra esta obra. Una canción sentimental construida sobre un brillante trémolo en tonos menores con notables modulaciones y arreglos a cargo de los teclados de Alex Romero y el violín de Tomás Potiron, arreglistas de la pieza.
Lo mejor de Camino al alma, naturalmente, son los dos toques de puro concertismo flamenco que ofrece la obra. La granaína es la pieza más larga de la entrega, nada menos que seis minutos y medio de toque alhambrista. Una pieza morosa, evocadora y dulce que, dialogando con la tradición de este toque creado por Ramón Montoya, lo lleva a otras dimensiones, dotándolo de acentos contemporáneos aunque no falta el arrastre y el trémolo característicos. Es, junto a la taranta, el lugar donde la destreza técnica de Rey llega más lejos. La taranta, con una duración similar a la granaína, es una obra contenida, distante, categórica y sutil. Una autentica exhibición de vitalidad jonda. No en vano, el tocaor obtuvo el Bordón Minero en el concurso de La Unión en 2003. Otros galardones obtenidos por Rey son el Nacional de Córdoba en 2010 o el Giraldillo de la Bienal de Sevilla en 2012. Rey se inició en el flamenco de la mano de su padre, el cantaor homónimo, con el que, con tan sólo nueve años, se trasladó a México, donde Antonio Rey padre estuvo trabajando en un tablao, como cantaor y tocaor, varios años. Su bachillerato flamenco tuvo lugar en Japón, país en el que estuvo viviendo un año, donde aprendió de los diferentes tocaores que recalaban en el país nipón con las distintas compañías de baile español y flamenco. Ha militado en las compañías de Yoko Komatsubara, Antonio Canales, Manuela Carrasco, Rafael Amargo y Farruquito. No obstante, recientemente ha manifestado su intención de dedicarse en exclusiva a la guitarra de concierto. Reconoce las influencias, en su formación, de Miguel Iglesias y del sonido cañorroto, sobre todo durante su militancia en la compañía de Antonio Canales, al margen de la sombra de Paco de Lucía, presente en toda la guitarra flamenca contemporánea y para el que ha compuesto la taranta que suena en este disco. Es hermano de la cantaora Mara Rey. Ha compuesto música para Antonio Canales, Farruquito, Manuela Carrasco, el Nuevo Ballet Español, Rafaela Carrasco, Andrés Marín y Rafael Amargo. Este es su tercer disco tras A través de ti, que le produjo Gerardo Núñez en 2007, y Colores del fuego, publicado en 2011.
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