Dickinson andaba en lo cierto

inauguración El nuevo espacio abrió sus puertas ayer en el número 33 de la Alameda de Hércules

La librería La Extra Vagante logra gracias al apoyo de pequeños inversores trasladarse a un local más amplio, en el que el proyecto reforzará su programa de actividades

Los responsables de La Extra Vagante, fotografiados antes de la apertura del nuevo inmueble.
Los responsables de La Extra Vagante, fotografiados antes de la apertura del nuevo inmueble.
Braulio Ortiz / Sevilla

08 de diciembre 2012 - 05:00

Cada vez que Maite Aragón viajaba a cualquier lugar del mundo -San Francisco, París o Hannover-, no se limitaba a hacer el consabido itinerario en torno a los monumentos más destacados o a perderse en el dinamismo de sus calles: siempre, en algún momento de la estancia, se refugiaba en la arquitectura serena de una librería, se detenía en la belleza de los volúmenes y observaba ese rincón de lectura donde el visitante podía tomarse un café mientras se adentraba en las páginas de una novela. Aragón fantaseaba desde hace mucho con ese concepto de librería que fuera más allá del mero comercio con la literatura, donde también hubiese cabida para las emociones y los sueños. La Extra Vagante, que abrió sus puertas en el verano de 2009, fue el primer paso para levantar ese establecimiento cálido y humano, pero entonces "los planes de empresa nos hicieron bajar a tierra y restringir nuestra pasión a un comienzo más pequeñito del que imaginábamos". Ahora, gracias al cooperativismo, este proyecto que Aragón defiende junto a los libreros Claudio Gómez y Joaquín Soviya ha encontrado un nuevo impulso: ha atraído a una veintena de pequeños inversores a la causa y se ha trasladado al número 33 de la Alameda de Hércules, un local mucho más amplio -de los 35 metros cuadrados se ha pasado a disponer de unos 100- que permitirá acoger el programa de actividades que sus responsables siempre pensaron (y programaron, en la medida de lo posible) para la iniciativa. Faecta, la Federación Andaluza de Cooperativas, les alquila el inmueble "con unas condiciones especiales, tutelan el proyecto y creen en él".

La extensión les ha permitido reforzar sus fondos en apartados como el cómic y la novela gráfica, y pronto ofrecerán también vinilos, pero aquella propuesta que empezó como una librería especializada en narrativa de viajes quiere seguir proponiendo a sus clientes "otras maneras de viajar, a través de los sentidos". Tendrán vino y café para los visitantes -"el olor a café es casi un ambientador", apunta Aragón- y en su propósito está generar una dinámica "donde quien venga no sepa qué se puede encontrar". Junto a ideas ya conocidas como posibilitar a alguien ser Librero por un día, en el horizonte se perfilan talleres de escritura creativa y fotografía (de viajes), cuentos para adultos y niños, sesiones de pinchadiscos, pases de cortos y documentales, actuaciones de pequeño formato o exposiciones... Sus promotores desean que La Extra Vagante sea un espacio abierto a todos, como ocurrió en el anterior local, donde la cultura fue como tantas veces una excusa para que lo humano se encontrara. Desde la librería aseguran haber "despedido y recibido a viajeros de todas partes del mundo", haber visto "crecer a los niños que empezaban a leer en nuestra pequeña pero mágica sección infantil", haber sido incluso "la excusa para la primera cita entre dos personas que se gustaban"...

La nueva La Extra Vagante abrió sus puertas ayer, pero en los días previos sus responsables han advertido la ilusión que genera el proyecto. "Se ha acercado mucha gente a ofrecernos su ayuda, profesionales que han colaborado con su trabajo. Hemos notado una energía increíble, y creemos que a partir de esto somos capaces de casi todo", asegura la librera, orgullosa de aportar junto a sus compañeros "algo de intelectualidad al ágora de la Alameda. Hay mucha oferta gastronómica, pero poca cultural en esta plaza". Decía Emily Dickinson, en una frase que desde La Extra Vagante se usa como frase promocional, que "para viajar lejos no hay mejor nave que un libro". A veces, para renovarse tampoco hay que moverse demasiado: apenas a la acera de enfrente, a un local, eso sí, más grande y con algo más de visibilidad.

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