Un caudal único que se convirtió en tierra de abundancia
La Fundación Valentín de Madariaga publica 'Stand_By_012', una guía que recorre los últimos 50 años de la fotografía andaluza.
El crítico y comisario Sema D'Acosta ya había explorado en dos celebradas exposiciones colectivas (AfterPost y la más reciente Mundos propios) el fértil escenario de posibilidades de la fotografía, su diálogo con otros formatos y la definitiva distancia con aquellas caducas limitaciones que acotaban su campo de acción. En sus investigaciones, advertía que había "una laguna importante" en el estudio de la fotografía en Andalucía; encontraba escaso material publicado al respecto, y comprobaba además que la bibliografía existente sobre esta parcela carecía "de criterios de peso -historiográficos, fundamentados- y mayormente se basaba en opiniones personales", observa el especialista, que sólo salva de esa falta de rigor "una tesis doctoral de Laura Terré sobre el Grupo Afal, publicada en 2006". Este vacío motivó a D'Acosta para elaborar una obra de referencia, un trabajo que trazara "una amplia panorámica de presente, pasado y futuro" del medio: Stand_By_012, Guía de fotografía andaluza actual ve la luz publicada por la Fundación Valentín de Madariaga, un volumen de 250 páginas que recorre 50 años de creación en la comunidad autónoma y que selecciona a los 86 autores más significativos de este medio siglo.
Un itinerario que resalta la "variedad, abundancia y viveza" de las bifurcaciones y los meandros abiertos, en el que aquel "caudal único", señala D'Acosta, se presenta ahora como "un territorio de marismas, impreciso, no sabemos si marítimo o terrestre". Aquella fotografía de intenciones documentales que se acercaba a lo rural desde un afán antropológico ha desembocado en un abanico de propuestas donde la imagen tiene un marcado uso conceptual. El fotógrafo ya no es percibido como "un cazador de instantes", sino "como un pensador de situaciones que utiliza una herramienta como la cámara para desplegar pensamientos, inspirar sensaciones o concebir estrategias de reflexión en torno a la realidad".
La selección, que se detiene en hitos como el grupo Afal, la revista Photovisión y el proyecto Imagina, transita desde el veterano Carlos Pérez Siquier hasta la emergente Sonia Espigares, incluye también a algunos creadores prematuramente fallecidos -Chema Alvargonzález, Atín Aya, Juan Francisco Isidro, Manuel Falces- y recoge a nombres reputados de la fotografía actual como Carlos Aires, Claudio del Campo, Dionisio González o los más jóvenes Juan del Junco, Dionisio González y José Guerrero.
Antes del repaso a las particularidades de estos autores, que se suceden en el libro siguiendo un orden alfabético, el editor propone un texto histórico en el que disecciona la evolución de la disciplina. D'Acosta subraya el carácter pionero de Stand_By_012 en este sentido. "No había nada, nada, publicado al respecto que abarcara tanto tiempo e intentara desbrozar explicando por décadas desde el Grupo Afal hasta la exposición de Vik Muniz que muestra ahora el CAC Málaga".
Para realizar su criba, D'Acosta ha indagado en fundamentos históricos y analizado la repercusión de los autores andaluces en museos y galerías, así como su valoración (hay tres andaluces que poseen el Premio Nacional); ha buscado las aportaciones novedosas de cada fotógrafo, "que realmente digan algo que nadie ha dicho antes que ellos"; y ha tenido en cuenta asimismo su criterio personal, "mi manera de entender la fotografía y darle valor". Entre los "muchos malentendidos" con que se ha topado hay uno que exaspera particularmente al estudioso: ese concepto "extraño y desubicado" de la fotografía artística. "Eso no existe. La fotografía es buena y tiene calidad para ser arte, o no lo es", sostiene. "Lo importante son sus valores expresivos, su capacidad para comunicar, si es capaz de hacer reflexionar o emocionar".
D'Acosta comparte con el profesor Víctor del Río la opinión de que la fotografía es "el verdadero campo de batalla del arte contemporáneo. Por su capacidad de hibridación y permeabilidad, fluctúa y se entrecruza con todos los lenguajes expresivos con los que coexiste. Por suerte, eso hace que sea un medio vivo y creciente, dinámico y cambiante". Al crítico le gusta plantear un paralelismo entre la fotografía contemporánea y la ciudad actual. "Ambos escenarios poseen unos confines difusos y, llegado un momento dado, han crecido exponencialmente de manera descontrolada".
El panorama ha cambiado ostensiblemente: desde hace diez años se compran más cámaras digitales que analógicas, en 2007 dejaron de venderse las Polaroids, la emblemática Kodak se declaró en quiebra y más tarde en suspensión de pagos. D'Acosta no expresa dudas sobre el asunto: estamos inmersos, dice, "en la era de la posfotografía".
Desde que a mediados del siglo XX empieza a cobrar importancia la fotografía de autor, indica D'Acosta en esta guía, Andalucía generó "nombres y dinámicas de relevancia". En los primeros años de la segunda mitad de siglo destacaría la irrupción, en Almería en 1950, del colectivo Afal, que traería consigo una ruptura con los cánones del academicismo y una nueva mirada comprometida con la realidad social. Entre los episodios más reseñables de la década de los 70, D'Acosta no valora demasiado la "irreverencia y desinhibición" que surgían en el entorno de la revista Nueva lente, considera asimismo "disperso y hasta cierto punto ingenuo" el planteamiento del grupo F/8 creado en Sevilla y encabezado por Miguel Ángel Yáñez Polo, y juzga la experimentación de Luis Gordillo con la fotografía como "el trabajo más profundamente trasgresor de la época".
Los 80 traerían consigo "una vuelta a la sustantividad", entre otros hallazgos con la perspectiva de Atín Aya, Juan Francisco Isidro o Rafael Agredano y el lanzamiento de Photovisión. De esta revista se encargará desde 1988 hasta su desaparición en 2002 el sevillano Ignacio González, que trasladará la sede a Utrera. De la década de los 90 será una de las iniciativas más singulares el Proyecto Imagina, que invitó a Almería a algunos de los fotógrafos más prestigiosos del panorama internacional, y cuyos fondos servirían de germen para el Centro Andaluz de la Fotografía. Es un periodo en el que aún pocas galerías, salvo Pepe Cobo, Juana de Aizpuru o Cavecanem, reivindican la disciplina en sus exposiciones.
Con la entrada del siglo XXI se debilita definitivamente "la imagen unívoca tradicional, que va perdiendo vigencia y credibilidad". D'Acosta elige la ironía de Rogelio López Cuenca como ejemplo de una de las tácticas "más recurrentes" de los últimos creadores, la reutilización desde una lectura irónica de imágenes del acervo visual común a las que aporta un nuevo significado al combinar con "frases, palabras o eslóganes conocidos o símbolos aceptados". Pero tras destacar la labor de algunos autores (Pedro G. Romero, Chema Alvargonzález, Dionisio González, Carlos Aires, Jorge Yeregui), el especialista elige como "figura básica" para la divulgación de la fotografía en el sur a Paco del Río, que desde la Caja San Fernando y más tarde Cajasol "demostrará una actitud y un compromiso sin precedentes en el contexto de nuestra comunidad autónoma. Este crítico de arte que terminó trabajando como gestor y comisario miró con particular atención a los artistas andaluces, especialmente a los jóvenes fotógrafos, pensando en perspectiva a medio y largo plazo e invirtiendo en creadores de amplio recorrido que daban frutos con el tiempo, y no réditos fáciles o de corta duración".
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