El canto de las sirenas

Andrés Moreno Mengíbar

25 de agosto 2012 - 05:00

Noches en los Jardines del Alcázar. Obras de J. Del Vado, J. Hidalgo, J. Marín, D. Castello, S. Durón, B. Murillo, J. De Torres y M. Vaena. Soprano: Rocío de Frutos. Violín: Lina Tur Bonet. Clave: Raúl Mallavibarrena. Fecha: Jueves, 23 de agosto. Lugar: Jardines del Alcázar. Aforo: Lleno.

Se extinguían los últimos ecos del tono Vuelve, vuelve, barquilla, detén tu proa cuando se escuchó en la lejanía de la noche la sirena del crucero Azamara despidiéndose de la ciudad, en un inesperado y poético juego, tan barroco, de contraposiciones. Una bonita manera de despedir el ciclo de conciertos que este verano nos ha vuelto a traer los bellos retruécanos de amor y desamor del Barroco hispano, tan refinado y a la vez tan vinculado a las raíces populares, como bien puntualizó Mallavibarrena en una de sus explicaciones.

Fue un broche de gran brillantez para este muestrario de tonos humanos y divinos, de cantadas y de danzas, pues resultó un lujo contar con un grupo de la categoría de Musica Ficta, aunque fuese en su versión de cámara. Se suelen interpretar estas músicas con el acompañamiento de la guitarra, pero Musica Ficta quiso aportar nuevos colores y sonoridades a las canciones, con el soporte de un clave y la colaboración de un violín. El clave de Mallavibarrena mira más hacia los ambientes cortesanos en los que nacieron estas composiciones, frente al carácter popular de la guitarra. Y, por otra parte, el violín de Tur Bonet, reforzando el bajo, doblando a la voz o estableciendo eficaces contracantos, teñía de nuevas tonalidades a notas tantas veces escuchadas en otras versiones. La violinista dejó constancia de la gran calidad de sus interpretaciones en las intervenciones más netamente creadas para su instrumento, como en la sonata de Castello o en el acompañamiento brillantísimo de la cantada Ay que me abraso de Durón, obras en las que lució un bello sonido y una sorprendente gama de ornamentaciones y de agilidades.

Pero nada hubiese sido igual sin la voz de Rocío de Frutos, perfectanente acomodada al estilo y a la retórica expresiva de esta música. Con una cristalina voz que permitía entender perfectamente las culteranas letras, con emisión controlada y flexible, se plegó hasta el detalle a los acentos sobre las palabras clave de cada poema, como en "suspiro" (Durón), "detén" o "tormentas" (anónimo), sin perder nunca el sentido de las alternancias rítmicas (ternario/binario).

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