El asombro de Madrid
'Cerro negro', el disco con el que debuta el tocaor Amos Lora, de tan sólo 12 años, ha sorprendido a propios y extraños
Muestra un enorme desparpajo para el uso de las disonancias, como vemos en la bulería, serena, sobria, extraña, muy personal, que abre el compacto. D´Morao, la segunda entrega por bulerías de este disco, tiene este nombre porque Diego del Morao le ha prestado el tema a Lora. Lo menos que podemos decir aquí es que la interpretación de Lora está a la altura de las circunstancias, esto es, la enorme belleza de la melodía original. En la tercera bulería del disco, la que lo cierra, la voz de Cristo Heredia es la principal protagonista. Es la entrega más tradicional de las tres, modal, eso sí, aunque de tipo ligado-camaronero en lo vocal. La contundencia del bordón es lo más característico de la bulería por soleá que tiene un tema simple y un desarrollo tradicional en la voz de Cristo Heredia y en una serie de falsetas de tradición brillantemente escanciadas por Lora, que se revela aquí como un gran tocaor para el cante. Las alegrías incluyen un coro masculino y aportan variedad tímbrica en los brillantes arreglos de percusión de Isidro Suárez.
En la rondeña Lora se enfrenta con enorme desparpajo a todo el espectro armónico y técnico de la guitarra flamenca. Y, ello, a través de una composición propia. Una entrega intimista, austera y directa que en seguida se sube al ritmo ternario característico del género desde Paco de Lucía. Sencillez, naturalidad y emoción, lo que hacía tiempo reclamábamos para la guitarra flamenca de concierto, que se ha perdido en los últimos años en búsquedas armónicas infructuosas. En la última parte de la pieza es el saxo de Ramón Cardo el que da la réplica a Lora.
Amor de Dios es una balada intimista y espiritual lanzada al ritmo de bulerías, que se construye en torno a una serie de variaciones melódicas articuladas sobre un arpegio simple.
De las dos composiciones ajenas que incluye esta obra, una de ella es un clásico de la guitarra flamenca de concierto, Zyryab, de Paco de Lucía, que Lora resuelve brillantemente. Es el piano de Diego Amador el que le da la réplica aquí. Contundencia épica y gusto por la pegadiza melodía son los elementos más destacados de la pieza. Diego Amador lleva las variaciones a su propio terreno consiguiendo distanciarse del original, firmado como saben por Chick Corea. La otra pieza ajena es Tears of rain de Pat Metheny, una miniatura que sirve de introducción al tema Amor de Dios.
No deja de ser curioso que en un mercado saturado de propuestas de guitarra solista, sea un niño de 12 años el que tenga que aportar el sentido común, la frescura y la entrega emocional, lejos de los discursos falsamente intelectuales dominantes en gran medida en el toque actual.
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