La primera mecenas del siglo XXI

Juana de Aizpuru realiza una donación sin precedentes al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo · La galerista cede 26 obras vinculadas con sus raíces sevillanas

La coleccionista, ayer en la sala temporal que exhibe hasta finales de marzo el conjunto cedido.
La coleccionista, ayer en la sala temporal que exhibe hasta finales de marzo el conjunto cedido.
Charo Ramos / Sevilla

24 de febrero 2012 - 05:00

Había artistas de primera fila, como Carmen Laffón, que habían cedido obra al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), pero Juana de Aizpuru, fiel a su vocación de pionera, ha sido la primera coleccionista que se ha animado a entregar, para el disfrute de todos los ciudadanos, una parte importante de sus tesoros pictóricos relacionados con la ciudad donde abrió su primera galería hace ahora 42 años. Son 26 piezas que, en palabras de Juan Antonio Álvarez Reyes, director del CAAC, "presentan la evolución de los artistas vinculados a Sevilla que han pasado por su galería y que han conformado la historia del arte andaluz desde los años 60 hasta la actualidad".

La presentación de estos fondos es cronológica. La primera pieza, de 1966, la firma Gerardo Delgado. La última es una escultura de Nuria Carrasco que puede verse junto a una instalación de Federico Guzmán. Al recorrer la sala, que permanecerá abierta hasta finales de marzo, el visitante atraviesa cuatro décadas de creatividad que despegan fuerte con el grupo de la abstracción sevillana (Delgado, Juan Suárez y José Ramón Sierra; "falta Pepe Soto porque lamentablemente vendí las cuatro obras suyas que tenía y sería importante que alguien donara alguna al CAAC, que carece de ellas", apostilló Juana). José María Larrondo, Salomé del Campo, Moisés Moreno, Gloria García Lorca, Pedro G. Romero, Claudio Díez, Quico Rivas y Juan Manuel Bonet, estos dos últimos en solitario y como Equipo Múltiple, completan la lista de artistas de esta "evolución sintética de lo que ha sido el arte andaluz a partir de una de sus protagonistas. Y lo mejor es que Juana amenaza con seguir donando obras", declaró un emocionado Álvarez Reyes.

"Me siento una buena ciudadana, responsable de lo que ocurre a mi alrededor. Siempre he querido ser protagonista de mi tiempo y no quedarme al margen de lo que pasaba. En Sevilla están mis raíces y siempre he sentido un cariño especial por este centro de arte, que creo que es único en el mundo y tiene muchísimas posibilidades. Llevaba tiempo queriendo colaborar con el CAAC de forma más directa y quiero ser un ejemplo para otros coleccionistas y que haya así más donaciones. Este director, que hace cosas increíbles con un presupuesto mínimo, fue un anfitrión muy cariñoso cuando celebré aquí mis 40 años como galerista y, cuanto más íntima sea mi vinculación con el Monasterio de la Cartuja, más feliz seré", declaró la protagonista del acto, que anima a la sociedad sevillana a crear una asociación de amigos o defensores del CAAC.

"En otras ciudades hubo una evolución, pero en la Sevilla de los años 60 a la que yo llegué lo que hubo fue una ruptura total con lo anterior gracias a un grupo de artistas que rompió con el academicismo reinante y al que me adherí de inmediato. Nos puso en contacto Paco Molina, un ser maravilloso que estuvo dos años trabajando conmigo y a quien compré mi primer cuadro, que luego vendí a Cajasol. Yo venía de Madrid y encontraba Sevilla muy deprimente pero el estar con estos jóvenes era como respirar aire puro. Estaban cobijados por la galería La Pasarela y mis primeros contactos con ellos fueron en calidad de humildísima coleccionista. Algunas de estas obras que he donado las compré en La Pasarela antes de abrir mi galería. Este arbolito de José Ramón Sierra de 1969 es anterior incluso a la abstracción, son los verdaderos inicios del arte contemporáneo en Sevilla. Por supuesto, estas obras no son referenciales, faltan muchas cosas", relató la mecenas.

De Aizpuru recordó ayer que, cuando cerró La Pasarela, estos artistas le pidieron que no los dejara solos y abriera su propia sala. "A mí no se me había ocurrido la idea pero me pareció estupenda. Entonces me planteé otras metas: sacarlos de Sevilla y proyectarlos por toda España porque en los 70 aún no se había muerto Franco y no se podía soñar con salir al extranjero. Empecé con ellos y han sido mis compañeros de viaje durante los 42 años que tiene ya mi galería. Algunos como Rogelio López Cuenca, y otros más, han estado junto a mí todo el tiempo".

Para De Aizpuru, "la colección permanente del CAAC es el sitio donde tienen que estar: no son obras para ser vendidas, no tienen un precio que se pueda tasar. Tienen un valor representativo, entrañable y significativo para mí. No sería capaz de venderlas. Son mis primeros contactos con el arte contemporáneo antes de abrir la galería. Me remontan a una época llena de ilusiones, unos años extraordinarios. Cuando nos reunimos, parecerá mentira pero añoramos esa época más pura, llena de romanticismo. A los artistas no los movía el ánimo de lucro ni entrar en los museos. Lo que todos queríamos era superarnos a nosotros mismos".

La galerista, que reconoció ayer que suele adquirir obras de todas las exposiciones que organiza -"tengo unas 110 fotografías de Alberto García-Alix, por ejemplo-, considera que "en España no hay un fondo de galería, por cantidad y calidad, tan importante como el mío. Tengo tres almacenes fuera de la galería y ahora me voy a cambiar a otro mayor para reunirlo todo. Cuando me mude y revise todas las obras, pues ahora hay muchas de difícil acceso, veré si hay nuevas piezas que puedan tener aquí su sitio", añadió Aizpuru antes de marcharse con una emotiva despedida. "Yo vivo de mi trabajo y todo esto lo adquirí con verdadera pasión y, a veces, con gran esfuerzo económico. La satisfacción que yo tengo hoy supera la de todos vosotros porque dejo parte de mi corazón y mi amor entre estas paredes".

Ayer, también, el CAAC presentó dos nuevas exposiciones dentro de su sesión Acumulaciones de memoria, que pueden verse hasta principios de junio: Sombras coloniales de Maryam Jafri y Fuera de Campo de Catarina Simao. Ambas son dos de las artistas emergentes más interesantes del panorama internacional y reflexionan aquí sobre los procesos de descolonización: la primera, desde las relaciones entre el teatro y el cine; la segunda, con los archivos audiovisuales de Mozambique como punto de partida.

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