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Luz Casal. Cantante
Vuelve a Sevilla ilusionada con el reencuentro con sus calles y sobre todo con su gente. Y es que, sin saber por qué razón, Luz Casal se siente en esta ciudad entre amigos y como en casa. La cantante visita el fin de semana el Teatro de la Maestranza con la intención de dar lo mejor de sí misma en dos conciertos en los que repasará parte de su trayectoria y, según dice, dará alguna que otra sorpresa. Es el presente de una cantante que a pesar del paso del tiempo -y las duras pruebas que ha encontrado en el camino- sigue reivindicando la alegría como forma de vida.
-En los últimos tiempos parece hacer muchas referencias a la felicidad...
-Es casi una obsesión y una de las pretensiones más claras que tengo: darle a la gente optimismo aunque vivan situaciones duras. De esta forma percibo que se vive mejor, compartir tus ideas al respecto sin la pretensión de conseguirlo. Aunque lo descrito sea desgarrador, hay un sentido liviano o de cierto positivismo. Sin embargo, no es nuevo. Lo hago, si bien no tan obviamente, desde hace muchos años.
-¿Usted es feliz?
-No [risas]. Sería un poco tonta entonces. Intento no subir demasiado. Debes disfrutar de lo que tienes alrededor. Ése es el mejor objetivo.
-Ha superado ya las tres décadas de carrera profesional...
-En realidad es más. Comencé muy pequeña pero tampoco me he marcado un aniversario. Si te refieres al balance discográfico del álbum, contiene lo más sobresaliente a nivel popular en varios países. Aunque sea un trabajo de celebraciones, me cuesta encasillarme tanto profesional como personalmente. No tengo presente cuánto llevo en este mundo ni me interesa. Vivo el presente. Cuánto he logrado y cuántas medallas me han dado es la anécdota, una carga a llevar con la que no estoy de acuerdo.
-¿Pesan, por tanto, los años?
-Nada. Tengo algunas cicatrices más, producto de la propia vida. Son como las muescas de los vaqueros. Marcas en el cuerpo y otras experiencias fuertes en el corazón y en la cabeza. Soy consciente de eso pero sin que la edad me determine el día a día.
-¿Le da pudor desnudar su alma a través de sus temas?
-Si me diera, no lo haría. Más pudor me provoca situarme sobre un escenario y actuar como te exige una historia concreta. Procaz o mojigata, sensible o vanidosa. Son muchas formas de ser posibles y las usas como necesidad de comunicación. A veces incluso sirve como terapia al ver tu problema reflejado en esa letra. Algunas canciones reducen tu dolor.
-Hablaba de las cicatrices del alma. ¿Pueden superarse?
-Sucede igual que cuando te haces daño en la piel. Primero aparece la sorpresa de sentir una raja. Después dejas que se cierre la herida y, al final, si te fijas, es cuando notas que sufriste un daño. Forma parte del juego.
-¿Cree en Dios?
-Sí. Es complicado contártelo en una entrevista pero sí. Tengo fe. He crecido y he sido educada de esa manera. Supongo que notas a Dios en que te sientes protegida. Confío en el prójimo pues poseo una actitud bastante cristiana.
-¿Sabe que a Sevilla la llaman la tierra de María Santísima?
-Es una ciudad en la que me encuentro muy a gusto. Vengo cada año sí o sí. Tengo la sensación de cariño más allá de ser apreciada como artista. Me alegra muchísimo ir al Maestranza y más cuando me dijeron que se amplió a dos días. Es un regalo.
Luz Casal. Mañana y el domingo, en el Teatro de la Maestranza, a las 20:30. Entradas disponibles para el último día (de 32 a 40 euros); agotadas para mañana.
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