Clasicismo y ardor

Pablo J. Vayón

10 de septiembre 2011 - 05:00

III FÏMC Joaquín Turina. Programa e intérpretes: Sonata Op.51 de Turina (Gordan Nikoliç, violín; Ieva Jokubaviciute, piano); Sonata Op.94 de Prokofiev (Vicent Morelló, flauta; Daniel del Pino, piano); Quinteto Op.115 de Brahms (José Luis Estellés, clarinete; Mirijam Contzen, violín I; Oliver Wille, violín II; William Coleman, viola; Mikayel Hakhnazaryan, cello). Lugar: Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol. Fecha: Viernes 9 de septiembre. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Es un gozo volver a escuchar música de cámara de calidad en la sala principal del Centro Cultural Cajasol. La trajo el benemérito Festival Turina, con su fórmula de conciertos entre amigos, bastante habitual por otro lado en grandes festivales camerísticos del mundo.

Se ofrecieron tres obras sin aparente conexión entre sí por tres asociaciones diferentes de intérpretes. La breve Sonata turiniana encontró en Nikoliç y Jokubaviciute a dos intérpretes que supieron equilibrar con buen gusto la sólida arquitectura de la pieza con el sentido del color tan característico del músico sevillano. La obra de Prokofiev, acaso más conocida en su versión violinística, que es posterior, se benefició de la extraordinaria articulación de Morelló, flauta solista de la ROSS, que derrochó claridad, elocuencia y virtuosismo, combinando admirablemente el toque afrancesado de los tiempos lentos con la rítmica embravecida, tan de Prokofiev, de los rápidos.

El maravilloso Quinteto de Brahms sonó con su emotivo tono otoñal gracias al matizadísimo control del aire de Estellés y a un elegante cuarteto, formado por la base bien empastada del berlinés Cuarteto Kuss al que se asoció una Mirijam Contzen que demostró un lirismo exquisito, hasta rozar lo extasiante en un magistral Adagio, de un ardor expresivo brahmsiano hasta la médula.

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