"Ni de izquierdas ni de derechas; venimos a defender lo obvio"
Díez impulsa a UPyD como la formación destinada a romper el bipartidismo en el país con soluciones a los problemas "reales" y garantías de igualdad ciudadana
-Esta semana ha sufrido usted un intento de agresión en una conferencia. El viernes zarandearon al consejero de Presidencia de Madrid, y la semana pasada San Gil y Nadal sufrieron situaciones similares. ¿La campaña está especialmente crispada o nos estamos volviendo locos?
-Cuando en una democracia a los opositores se les intenta silenciar, y cuando eso ocurre de forma organizada y en la Universidad, centro de la libertad de expresión, es que esto es serio. Creo que no tiene que ver con la campaña, sino con una legislatura en la que todos los consensos democráticos se han roto. Las dos grandes fuerzas políticas dan la imagen de un país partido por la mitad, en el que la mitad de la población es enemiga de la otra mitad. Esto genera un clima que hace que las alimañas salgan de las alcantarillas.
-UPyD se define como un partido "transversal" y coincide con planteamientos de PP y PSOE.
--Somos un partido transversal. Es una definición de un partido democrático moderno en el siglo XXI. Las definiciones clásicas de derecha e izquierda se han quedado obsoletas y suelen esconder la nada o el dogmatismo. Creemos que para este tiempo nuevo hace falta un partido que en su propio seno tenga personas que proceden de diversas posiciones ideológicas, herederos de esos liberales de las Cortes de Cádiz. No entendemos que el progresismo sea propiedad de la izquierda ni de la derecha. ¿Defender la igualdad, o la cohesión social es de derechas, o es de izquierdas? De ninguno de los dos. Nuestro planteamiento es superador de esa ideología clásica. Ni de izquierdas ni de derechas, venimos a defender lo obvio, o a desideologizar la defensa de lo obvio. Somos un partido laico, progresista y transversal, y un partido inequívocamente nacional de españoles sin complejos, no como cuestión sentimental, sino como elemento para garantizar la igualdad de los ciudadanos.
-¿Es posible afrontar una reforma, o casi revolución, de la Constitución como la que ustedes plantean como base de su programa?
-El desarrollo constitucional de los últimos 30 años, que han sido globalmente positivos, nos han llevado a preocupantes situaciones de desigualdad. Hay principios básicos constitucionales que regulan la cohesión, la igualdad y la separación de poderes que no se están respetando. Las propuestas que planteamos de reformas en la Educación o en la Ley Electoral, por ejemplo, requieren amplísimos consensos que solos no podemos afrontar, pero que sí podemos plantear como debate político a la sociedad española. Si la sociedad nos respalda, el resto de partidos tendrán que estudiar estos temas aunque ahora no los incluyan en sus programas.
-¿España se rompe o eso es catastrofismo demagógico?
-Si se rompe la igualdad se rompe España. Para mí que se rompa España no es que se caiga un trozo del mapa, es que no haya igualdad, unidad, cohesión. Y la igualdad se ha roto. El modelo territorial del Estado que ha pactado el Gobierno de Zapatero con Cataluña es confederal, que no es viable en toda España. Por tanto hay un proyecto de desigualdad. Un modelo de financiación autonómica basado en lo que sea más positivo para aquél con el que tienes que hacer el pacto para garantizarte el Gobierno es un despropósito. Con cosas así, claro que España se rompe.
-Propone desmontar todo el sistema, para volver a montarlo.
-Sí, así es. Para cumplir principios básicos de la Constitución hay que desmontar todo un sistema de burocracia y de oligopolio que se ha organizado con la democracia española.
-¿Cuáles son las aspiraciones de un partido con tres meses de historia, con bajo presupuesto y sometido al silencio mediático?
-Para las cadenas públicas no existimos, ni para los medios afines al PSOE. El PP y el PSOE nos tienen miedo y hacen todo lo posible para que no aparezcamos en los medios en los que ellos creen que pueden tener influencia. Pero estamos rompiendo esa situación. El hecho de haber parecido en encuestas nacionales hace que ya sea imposible callarnos. Tenemos estructura de partido, más de 5.000 afiliados en todas las provincias, y tenemos un programa políticamente incorrecto y valiente, sin discursos teóricos que no aportan nada. Todo eso es prácticamente milagroso en cuatro meses. Tenemos un presupuesto de campaña 2.000 euros superior a lo que nos ha costado arreglar la casa del Ministro [Bermejo, 250.000 euros], y conseguido con pequeñas aportaciones personales en un país en el que no hay tradición de donar dinero a los partidos. Mientras, en la campaña los demás partidos ofrecen dinero a cambio de votos, como un sarao, un mercado persa.
-¿Los cinco diputados son un objetivo, una aspiración o una utopía? El CIS les concede uno.
-La encuesta del CIS lo que ha hecho es ponernos en primera división, que la gente se entere de que estamos jugando el partido. Creo que vamos a ser la única sorpresa de las elecciones. Podemos convertirnos en el partido clave si se cumple lo que estoy percibiendo. El país está en un cambio de ciclo que acabará con el bipartidismo. No sé con qué fuerza llegará, si será arrollador estas elecciones o si será progresivo, pero sí sé que estamos en un cambio de ciclo.
-¿Han caído los políticos en el "efecto monólogo", es decir, en acabar hablando para sí mismos?
-Eso es lo que acerca a la gente a nuestro partido, la separación de los ciudadanos y los discursos políticos, el divorcio que existe. Es lo que percibo en la gente que se acerca a mí por la calle. La desafección de la política tiene que ver con un discurso de los políticos en los que hablan de las cosas que a ellos les preocupan, sin ningún tipo de pedagogía, o con dos señores que saben mucho de macroeconomía y hacen un debate para economistas en una hora punta.
-¿Buscan ese electorado de gente descontenta, los que sienten que la política es un "pudridero", como dijo Álvaro Pombo el otro día?
-No les llamaría los descontentos, les llamaría los que no han perdido la esperanza, los que esperan una oportunidad para volverse a comprometer. Gente descontenta pero no resignada. Están en la abstención, en el voto en blanco, o en contra de uno u otro partidoý El famoso voto útil de los que votan entre lo que no les gusta y lo que les desagrada profundamente. UPyD apela al pensamiento crítico y al voto a gusto. Es el fin del voto resignado.
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