Susana Díaz reparte la culpa de Cataluña entre Zapatero y el PP
Debuta en Madrid con una crítica al anterior presidente del Gobierno por haber prometido aprobar el 'Estatut' tal como saliese del 'Parlament'.
Los nacionalistas están tan obsesionados con Madrid -así, sin habitantes, como símbolo de la altivez centralista- como Madrid con Cataluña, así que Susana Díaz, la presidenta de la Junta de Andalucía, fue a Madrid y habló de Cataluña. Es lo que se esperaba. Y no defraudó al asumir como error que Zapatero hubiera prometido a Pasqual Maragall que le aprobaría cualquier texto de Estatut que viniese de Cataluña. Zapatero nunca fue muy del agrado de ese Madrid que odian los nacionalista. Y gustó, además, porque consideró otro fallo que el mismo José Luis Rodríguez Zapatero proclamase aquello de los brotes verdes cuando atisbó un claro en medio de la crisis económica. Tuvo aún mayor interés esto último, así, vivido en directo, porque entre los asistentes a la conferencia de Susana Díaz en Madrid se encontraba la autora de la fallida metáfora: la ex vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado.
Supongamos que Madrid, ese Madrid de los nacionalistas, cabe en un salón del Hotel Ritz, un Madrid de empresarios, de políticos, de líderes de opinión; en definitiva, una corte -habría que recordar al papa Francisco- que decide lo bueno y lo malo de este país. Parte de ese Madrid llenó el salón del hotel, un público notorio y mayoritariamente socialista, con parte de la dirección actual y algunos ministros de Felipe González y de Rodríguez Zapatero. En este escenario, en el desayuno de Fórum Europa, en el debut madrileño, se presentó ayer a presidenta de la Junta, y como ha venido demostrando en los últimos meses, hizo gala de lo que ya maneja a la perfección: no comete errores, aunque en esta ocasión arriesgó al criticar parte del pasado de los gobiernos socialistas.
"Les voy a ser sincera, creo que no se acertó cuando se proclamó que se aprobaría cualquier Estatut que viniese de Cataluña", indicó en referencia a Zapatero, aunque también afeó al PP la ola anticatalana que desplegó por toda España y de la que, según ella, se padece ahora una resaca convertida en independentismo. "¿Creyeron que no iba a pasar nada?", se preguntó Susana Díaz al recordar cómo la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto catalán fue la mecha del desasosiego que hoy se ha convertido en marea soberanista.
Como salida a este embrollo catalán que, según los socialistas, es fruto de un encontronazo entre el centralismo del PP y el independentismo, Díaz propuso una reforma de la Constitución que dé cabida a las singularidades de cada comunidad, incluidas las financieras, aunque respetando "la igualdad de todos los españoles". Éste, no obstante, es un asunto que los socialistas aún no han explicado bien: cómo se compatibiliza un nuevo marco fiscal para Cataluña sin que ello suponga menos dinero para el resto de las comunidades. Díaz, que aseguró que el independentismo servía para cubrir otras vergüenzas, recordó que miles de andaluces emigrados a Cataluña se sienten también catalanes, por lo que un referéndum sobre su doble identidad supondría, en su opinión, un ataque a esta compatibilidad de sensibilidades. En definitiva, que no está de acuerdo con el llamado derecho a decidir, un eufemismo del derecho a la autodeterminación.
Además de a ese Madrid, Susana Díaz le habló a buena parte de quienes hoy mandan en el socialismo, incluido el secretario general del PSC, Pere Navarro, cuyo partido sí está a favor del derecho a decidir, aunque se opondrá, si llega el referéndum, a la independencia. Navarro no replicó, aunque sí su portavoz en el Parlamento catalán, Maurici Lucena, quien dijo en Barcelona que lo de Susana Díaz no es "nada nuevo bajo el sol". Claro, que los socialistas catalanes no andan para muchas precisiones, y es que Lucena replicó a la presidenta de la Junta durante la rueda de prensa en la que hubo de explicar por qué se equivocaron cuando apoyaron que Arnaldo Otegi, el líder de la extinta Batasuna, forme parte de ese grupo que asesorará al Parlamento catalán sobre el derecho a decidir.
No sólo Pere Navarro. A Díaz le respaldaron el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba; su segunda en la dirección, Elena Valenciano; el ex presidente andaluz José Antonio Griñán, y varios ex ministros socialistas. Entre éstos, además de Salgado, Miguel Ángel Moratinos, Carmen Alborch, José Blanco, Trinidad Jiménez y José Barrionuevo. Aunque de todos ellos, el más entusiasta fue el ex ministro de Justicia e Interior, y ahora alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, quien aseguró, después de oírla, que había nacido "una estrella a nivel nacional, y ya lo era de Andalucía". Y cinco de sus consejeros, incluido el vicepresidente Diego Valderas, de IU. Poco PP, aunque sí estuvo la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, presidenta de la Federación Andaluza de Municipios, y la defensora del Pueblo, Soledad Becerril.
Tanta expectación había por el asunto catalán, o tal era la naturaleza del auditorio, que en el turno de preguntas no cayó el recurrente asunto de los ERE. Sin embargo, fue Susana Díaz la que sí se refirió a ello cuando aseguró que es "consciente de que la desafección de la política tiene mucho que ver con los casos de corrupción". El relato de la presidenta fue, excepto en el caso de Cataluña, similar a su discurso de investidura: preocupación por la falta de prestigio de la política, asunción de los errores y propósito de enmienda mediante las medidas de transparencias, entre las que citó la publicación de las declaraciones del IRPF de todos los miembros del Gobierno. Dejó de explicar, quizás para otra ocasión, en qué consiste ese anunciado nuevo modelo productivo andaluz que, de momento, sólo se enmarca en un voluntarista diálogo entre todos". Así, abundó en ello al anunciar que el lunes se reunirá con la patronal andaluza "para abrir un proceso de diálogo que siente las bases...".
Sí hubo una mención al Presupuesto andaluz, que redunda y aclara lo ya adelantado por su consejera de Hacienda, María Jesús Montero: no habrá "nuevos" recortes para los empleados públicos. Nuevo significa que bastará con que se mantenga lo regulado para que estos trabajadores no cuenten con los complementos en las pagas extraordinarias de verano y Navidad. Mientras el Gobierno central restaurará la de final del año, la Junta activará el recorte de esta paga que, efectivamente, no es nuevo porque se aprobó en 2012, aunque no se hizo efectiva debido a la suspensión que efectuó Rajoy.
Susana Díaz anunció que el jueves volverá a Madrid, a reunirse por primera vez con el presidente Mariano Rajoy, al que insistirá en que constituya ya el grupo que debe reformar el sistema de financiación autonómica y al que propondrá un pacto anticorrupción, oferta no muy bien vista en el PSOE federal. Susana Díaz anda ya sola, incluso en Madrid.
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