"¿Llegaremos a la muerte del toro por inyección anestésica?"

Fernando Savater, escritor y filósofo

El intelectual vasco toma parte en el debate sobre la prohibición de las corridas de toros con Tauroética, un libro que no dejará indiferente a nadie.

Charo F. Cotta

17 de octubre 2010 - 11:05

-¿El mundo es una enorme plaza de toros?

-Es una forma de hablar. Creo que el mundo es un lugar en el que todos tenemos que torear. La vida es un juego para evitar, o al menos retrasar, la muerte. Todos estamos en ese ruedo, dando capotazos.

-¿Usted está a favor o en contra de la Fiesta?

-Estoy a favor, en el sentido de que me gusta. He ido mucho a los toros y he disfrutado mucho, aunque ahora llevo un tiempo alejado. Pero, sobre todo, estoy en contra de quienes quieren prohibirla.

-Si les parece cruel…

-No diría que la lidia es cruel, sino cruda. Se ve la sangre, se ve la lucha, el polvo, el sudor, el esfuerzo... Es una simbolización real de un enfrentamiento. Cruor significa "lo que se ve sangrar".

-En ese sentido, ¿entiende a los abolicionistas?

-Entiendo que cada cual vaya o no a los toros según su sensibilidad. Pero no me parecen válidos los razonamientos moralistas o pseudo moralistas que se hacen en contra de la Fiesta.

-¿No ve razones para la prohibición?

-No me parece justificada la prohibición para todos y que se legisle como si fuera obligatorio sentir un repudio inmediato ante la idea de torear un toro.

-¿Y el maltrato al animal?

-Tratar bien a un toro de lidia es precisamente lidiarlo. Los toros están criados para eso y si no hubiera corridas habrían desaparecido. Comprendo que podría haber una protesta si lidiásemos ovejas, o perros…

-¿Por qué situar este debate en el terreno de la ética?

-Porque lo han situado quienes han decidido acabar con los toros. Un Parlamento ha tomado la decisión de prohibir las corridas para todo el mundo y se supone que lo hacen porque los toros van en contra de la moral cívica.

-¿No aprueba que se legisle sobre una cuestión moral?

-Me sorprende mucho, porque lo que debe hacer un Parlamento es crear un marco legal dentro del cual quepan distintas posturas morales, no para imponer una moral frente a las otras.

-¿A qué obedecen las tendencias abolicionistas?

-El abolicionismo es una corriente casi religiosa, una especie de budismo que nos viene de oriente, e inspirado en la visión anglosajona del mundo, que es propicia a mitificar el trato de los animales.

-Frente a otras culturas…

-Que tienen una visión más naturalista, como la nuestra. Creo que la mayoría de la gente piensa que la prohibición no hubiera sido aceptada en Cataluña sin los elementos nacionalistas y soberanistas que tiñen el debate.

-O sea, como símbolo de la diferenciación.

-Una diferenciación arbitraria, porque Cataluña tiene una tradición taurina y, en ese sentido, es muy española.

-¿Qué connotaciones filosóficas tiene el debate?

-La relación de los seres humanos con los animales es un problema clásico. Nos han acompañado, desafiado, agredido y ayudado a lo largo de la historia. Se nos parecen en los aspectos biológicos y diferimos esencialmente en lo relativo a la libertad y la cultura.

-¿Es una relación basada en el dominio?

-Es que, claro, los hemos derrotado. Los animales durante un tiempo han sido rivales nuestros. Nos han disputado el territorio y la comida y se han enfrentado a nosotros.

-Como en el ruedo.

-La corrida de toros simboliza ese enfrentamiento con el animal: el hombre desafiaba al animal con su inteligencia y el animal respondía con sus músculos y su fuerza.

-Ahora más bien les compadecemos.

-Hoy no hay animal, por fiero que sea, que pueda con los hombres. Quizás los más pequeñitos: los virus y las bacterias son los únicos que nos dan miedo. Los animales han pasado de ser fieras a ser pobres animalitos.

-¿Cómo ha cambiado nuestra relación con ellos?

-Nos vamos haciendo cada vez más urbanos y, por lo tanto, nos alejamos del contacto directo, del frote, con otros seres vivos. Ahora los niños ven a los animales en documentales y dibujos animados. Los ven como algo para jugar.

-¿Somos especieístas?

-Esa es una palabra que inventaron los animalistas, que afirman que lo mismo que hay racismo, hay especieísmo. Es decir: mi especie es superior.

-¿Y no se trata de eso?

-No. Nuestra especie es radicalmente distinta para nosotros -no para el cosmos- porque tenemos una relación simbólica e intelectual con nuestros semejantes.

-¿Ni los vegetarianos se salvan de esa etiqueta?

-Ni los abogados de los simios. El proyecto Gran Simio defiende que los monos superiores, como los chimpancés y los orangutanes, deberían estar dotados de derechos al modo de los derechos humanos. Es decir, incluso ellos están primando a esos monos sobre el resto de los animales.

-¿Por qué lo hacen?

-Precisamente por su parecido con los seres humanos. No concedemos esos derechos a las gambas, que se nos parecen muy poco.

-¿Acabaremos prohibiendo la muerte del toro en la plaza?

-No tengo una bola de cristal, pero ¿quién dice que no vamos a llegar a la muerte por inyección anestésica? Igual que se han ido rebajando los obstáculos en las carreras de saltos, para no perjudicar a los caballos, es posible que la Fiesta vaya perdiendo su crudeza.

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