"Sabemos demasiado poco sobre cómo mueren las personas"
María José Molero Enfermera y psicóloga
María José Molero (Moreda, Granada, 1968) es profesora en la Escuela de Enfermería de Málaga y ha hecho un trabajo académico sobre la actitud del personal sanitario ante la muerte, premiado por la Asociación Andaluza para el Desarrollo de la Enfermería. Trabaja como enfermera en el Hospital Clínico de Málaga desde hace 21 años y desde hace 10 en la UCI. Su trabajo se basa en la respuesta de 82 enfermeros de su hospital. Ahora quiere ampliarlo a médicos y profesionales de otros centros.
-¿El dolor se supera?
-Nunca. Al 80% de los profesionales de enfermería les produce malestar el sufrimiento de sus pacientes.
-¿Los cuidados paliativos son esenciales?
-Sí, pero es muy novedosa la especialidad. Estamos formados para curar pero no para cuidar en los últimos días.
-¿Por qué hizo el estudio?
-En mi UCI se muere un paciente cada dos días. Y observas que la gente evita acercarse, que hay preguntas que dan miedo.
-¿Como cuáles?
-Como ¿me voy a morir?
-¿Y qué se les dice?
-En ocasiones se les miente. Estamos empezando a darnos cuenta de la importancia de ese momento.
-Cuando culmina la vida.
-Ahora con la Ley de muerte digna hay que informar al paciente para poder manejar la situación.
-La muerte digna se ha equiparado a eutanasia.
-Eutanasia significa muerte sin sufrimiento físico. Pero se identifica con provocar la muerte. No es eso, sino que el paciente que agoniza tiene derecho a esa información, si la solicita.
-Y a morir sin dolor.
-Y a morir en compañía, con el amor de sus seres queridos. Hablar con ellos de sus miedos. Pero todavía existe la conspiración del silencio.
-¿Hay pacientes que mueren engañados?
-En muchos casos. Y esto también preocupa a los profesionales. El 75% de los encuestados reconoce un gran malestar por el manejo inadecuado de las mentiras.
-¿Saben cómo afrontarlo?
-A veces te da rabia que estén engañando la familia y el personal a un paciente que tiene capacidad para despedirse de la vida.
-A lo mejor se hundirían.
-Esos no lo preguntan. Los que preguntan y lo hacen de manera reiterativa, esos están preparados para saberlo.
-¿Qué recomienda?
-Hace falta formación en cuidados paliativos, habilidades de comunicación y autocontrol emocional. También en counseling, consejo asistido; se trata de acompañar al paciente en el proceso.
-Para un final digno.
-Ahí está la esencia del ser humano, el sentido de la vida, el perdón a los seres queridos, el perdonarse a sí mismo. Es algo que necesitas para morir en paz.
-¿Esto pasa sólo en España?
-El informe Support, de asesoramiento para el Congreso de EE UU, en 1997, decía: "Todavía sabemos demasiado poco sobre cómo mueren las personas. Cómo desean morir y qué diferentes clases de atención física, emocional y espiritual podrían ayudar mejor a los enfermos en situación terminal".
-¿Y los familiares?
-Están en una sociedad que vive de espaldas a la muerte. Cuyos valores no son espirituales, sino más bien comerciales. La gente no tolera el sufrimiento, ni el dolor. Y los familiares son los primeros que solicitan esconder la verdad al paciente.
-¿El profesional vive la muerte como un fracaso profesional?
-Se lucha contra la muerte, como en el cortometraje de animación coproducido por Antonio Banderas que ha sido candidato al Oscar este año [La dama y la muerte]. Es una abuelilla que está contenta de morirse. El médico se pelea tanto con la muerte, que se va aburrida. Pero la mujer, enfadada, se mete en la bañera y tira la radio al agua. Como diciendo, "ha llegado mi hora, ¡déjame!".
-Traducido, es evitar el encarnizamiento terapéutico.
-Eso le molesta a los profesionales, pero todavía hay familiares que se obstinan.
-Eso es para los colegios.
-Nos tienen que enseñar a convivir con el sufrimiento, el fracaso, como una parte que enriquece tu vida: aceptar que somos finitos.
-Pero no hacemos ni testamento.
-Ni testamento vital, ni el civil, tenemos miedo a enfrentarnos a la muerte. Y si los familiares no manejan sus miedos, cómo van a manejar los del paciente.
-Hay muertes inesperadas.
-Una señora de unos 50 años, con un cáncer curable, hizo una mala reacción a la quimio y tuvo una infección generalizada. Le dije que podía morir y contestó: "pues te tengo que decir cosas".
-¿Y qué le dijo?
-"Quiero que le digas a mi marido que mi vida con él ha sido feliz, aunque nos hemos enfadado mucho. Y a mi hijo, que estoy orgullosa de su novia; no se lo he dicho nunca. Tengo dos hermanas en Córdoba, diles que he tenido la mejor familia del mundo". Si no le dices que se va a morir, se habría ido sin el consuelo de esos los mensajes.
-Y cumplió con el encargo.
-Claro, pero me costó la misma vida. Yo también tengo que luchar con mis miedos.
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