Abengoa descarta quitas de deuda y la entrada de un socio industrial
La operación plantea convertir a los acreedores en accionistas tras capitalizar entre 5.000 y 6.000 millones de deuda. El acuerdo con el G-7 y los bonistas se espera cerrar a final de mes.
Los acreedores de Abengoa se convertirán en accionistas de la compañía tras capitalizar entre 5.000 y 6.000 millones de euros de la deuda corporativa y no tendrán que sufrir quitas. La Nueva Abengoa echaría a andar con un endeudamiento financiero de entre 3.000 y 4.000 millones y su propiedad estaría repartida entre bancos y bonistas, diluyendo la participación de sus actuales accionistas hasta un máximo del 12,5% del capital. Éste es el planteamiento de la hoja de ruta financiera elaborada por la compañía con la colaboración de Alvarez & Marsal y Lazard, según fuentes de la operación.
La capitalización de deuda es considerada la opción menos lesiva para los acreedores, especialmente para los bancos, ya que una quita les obligaría a provisionar las pérdidas. En cambio, con la conversión de la deuda en acciones, las pérdidas se materializarían a medida que los acreedores se fueran desprendiendo de los títulos. Además, si Abengoa logra remontar el vuelo y las acciones se revalorizan en los próximos meses, las minusvalías se reducirían. "Si los bancos se quedaran cinco años, recuperarían todo su capital. Pero eso ya es una decisión de ellos. Lo que sabemos por experiencia es que venden bastante antes", aseguran las mismas fuentes.
La propuesta está siendo analizada por KPMG, el asesor propuesto por la banca para pilotar el saneamiento de la compañía. El calendario que manejan las partes es que en este mismo mes de febrero se pueda alcanzar un acuerdo con el comité de bonistas y el llamado G-7 de la banca, que agrupa a los principales bancos acreedores -Santander, Bankia, Caixabank, Popular, Sabadell, Crédit Agricole y HSBC-.
Las posturas entre los acreedores no son unitarias. La deuda corporativa de Abengoa está repartida entre tenedores de bonos y entidades financieras. Los principales bonistas, asesorados por Houlihan Lokey y Clifford Chance, "son los más proclives a esta solución" porque han comprado la deuda en los mercados secundarios con importantes descuentos y tienen más experiencia en este tipo de operaciones. En cambio, parte de la banca es reacia, aunque el Santander, que es el principal acreedor financiero, está jugando un papel muy activo en la negociación para cerrar el acuerdo. "Es decir, mientras que los bancos están jugando a la defensiva y tratan de minimizar pérdidas, los bonistas ven que hacen un buen negocio", señalan las fuentes.
Sin embargo, este acuerdo no sería suficiente para evitar el concurso, ya que el comité de bonistas y el G-7 sólo suman un tercio de la deuda financiera. Para lograr que el juez apruebe el convenio, la compañía debe presentar antes del próximo 28 de marzo la adhesión de los titulares de al menos el 75% del endeudamiento corporativo. "El G-7 concentra a los bancos más influyentes en la negociación. Pero los intereses son homogéneos. La idea es intentar cerrar el acuerdo antes de acabar febrero para tener un periodo de adhesiones con los que no han estado sentados en la mesa porque no era posible", insisten.
El pacto con los principales acreedores también será determinante para desencallar el crédito de 165 millones que Abengoa ultima con los bonistas. El principal escollo es la negativa del G-7 a ceder parte de sus garantías sobre el 25,5% del capital de Atlantica Yield, la filial cotizada en EEUU. "Esto implica que bancos y fondos compartan una garantía. Y como todo está en la coctelera, se aclarará en el momento que tengamos una foto del pacto global", señalan.
En esta fase también se descarta la llegada de un socio industrial, a pesar de que el Gobierno central se ha postulado a favor de esta vía en varias ocasiones. "Plantear esta opción ahora es prematuro. Para Andalucía es mucho mejor una Abengoa independiente y próspera por sí misma que absorbida por alguien que no sabemos de donde viene ni lo que pretende hacer", agregan. Eso sí, a largo plazo la última palabra corresponde a los nuevos accionistas. "No es la mejor solución, y desde luego no se va a producir en los próximos meses. A partir de ahí, los nuevos propietarios tomarán sus decisiones".
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