N'Zonzi invita a todos a salir de la cueva

Informe técnico

El toque y el físico del galo, claves para salvar la presión.

Aduriz acaba de cabecear para bagtir a David Soria en el gol que abría el marcador en San Mamés.
Aduriz acaba de cabecear para bagtir a David Soria en el gol que abría el marcador en San Mamés.
Juan Antonio Solís

08 de abril 2016 - 05:02

Radical, inaudita, la transformación que ha experimentado, para bien, N'Zonzi en el Sevilla. De aquel flan que se derretía al sol de Nervión ante el Celta en la cuarta jornada de Liga, en septiembre, al bastión omnipresente que se crece bajo la lluvia norteña hasta tirar del equipo para sacarlo de la cueva y acabar dueño de la zona ancha con Krychowiak de escudero. La calidad, despliegue y mando del galo -imperial por arriba en los balones largos del Athletic- fue clave en lo bien que el Sevilla salvó la presión adelantada del Athletic la mayor parte del encuentro. Sólo hubo embotellamiento en los diez últimos minutos de la primera parte y el inicio de la segunda.

DEFENSA

Emery dejó el banquillo sin laterales y el destino caprichoso dio con una temprana lesión de Tremoulinas que hizo ingresar a Fazio en la hierba a los once minutos. Kolodziejczak, al lateral izquierdo. El argentino, que resbaló en su primera intervención y a punto estuvo de provocar un fuego, tardó en acoplarse pero en la segunda parte tiró para arriba junto al resto. Se cuidó de quedar descolgado. Valverde buscó la recuperación del balón en zonas adelantadas para explotar el dinamismo e intercambio de posiciones en los mediapuntas, sobre todo con la capacidad de Muniain para aparecer por todo lo ancho del frente. En el gol, el menudo jugador rubio irrumpió por la derecha para servir un enorme centro a Aduriz. Ese plan de Valverde floreció unos minutos, al final de la primera parte con los demarques de Williams.

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ATAQUE

El poderío de N'Zonzi por arriba, más la capacidad de Banega o Krohn-Dehli para el control, el giro y el toque en corto, dio salida al equipo, aunque esos ataques, en la primera parte, tuvieron más rédito atrás -ay, Vitolo ante Herrerín- por el respiro que suponían, que arriba. Luego fue otra historia: a medida que el Athletic se destapó atrás y, sobre todo, bajó su ímpetu en la presión, emergió la calidad combinativa. Vitolo creció, Banega agudizó su control y Emery acertó con Iborra como segundo delantero.

VIRTUDES

Recias, duras, fiables las tablas de este equipo en su competición favorita. Se siente el amo y no se arredra ante un enardecido San Mamés. Fue ganándole terreno a los leones hasta domarlos.

TALÓN DE AQUILES

Cierto descontrol tras lesionarse Tremoulinas y en esa fase final de la primera parte y el inicio de la segunda.

UNO POR UNO

David Soria Bajo palos estuvo ágil y resolutivo. En las salidas, le costó imponer su envergadura: demasiados despejes forzados con el puño. La papeleta era peliaguda y la salvó.

Coke No rehuyó la pelea jamás y salió en cuanto pudo. Limitado por su físico.

Rami Sus tablas se reflejan en partidos de esta enjundia.

Kolodziejczak No acusó el retoque al lateral. Suelto, con confianza. Y sangre fría en el gol al girarse y golpear con más precisión que fuerza.

Tremoulinas Buen son en ataque hasta lesionarse.

N'Zonzi Majestuoso por arriba, fluido por abajo. Y omnipresente. Ya es pieza maestra en este Sevilla.

Krychowiak Partido de los que le gustan, de mucha fricción. Acabó dueño de la zona ancha: se trataba de una carrera de resistencia.

Vitolo De menos a más. Su motor diésel lo llevó a carburar mucho y bien en la última media hora.

Banega Aseguró la pelota en espacios muy cortos. Atento en la cesión corta de Muniain.

Krohn-Dehli Con él, el Sevilla está más equilibrado. Y punto.

Gameiro Dosificó sus carreras y le vino bien para ese tramo final de fútbol más al espacio. Enorme su jugada del 1-2 al ganar el balón, recortar y dar el pase a Iborra con el timing perfecto.

Fazio Su resbalón inicial le inyectó nervios, pero se los sacudió en la segunda parte, en la que no se desenganchó.

Konoplyanka Amagar más que dar. Aunque ganó metros.

Iborra Se siente rematador.

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