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Hay equipos a los que les viene bien coger aire, parar para respirar, desconectar... Al Sevilla de Unai Emery no le han ido bien precisamente los partidos que ha disputado inmediatamente después de que parase la Liga por los compromisos de las selecciones, en este último caso amistosos para los europeos y aún de clasificación para el Mundial 2018 para los sudamericanos.
La espectacular racha de triunfos en casa, cortada de forma abrupta por la Real Sociedad el pasado domingo, constata esta negativa tendencia en el rendimiento del equipo nervionense después de dejar de competir una semana. La derrota ante los de Eusebio ha supuesto la segunda de los blancos en la presente Liga después de un parón liguero -curiosamente la otra también fue ante la Real Sociedad-, pero además confirma su mal desempeño en tales circunstancias. Y es que el equipo de Emery sólo ha sido capaz de conseguir una vez la victoria a la vuelta de las cinco ocasiones en que la Liga se ha detenido. Fue en diciembre ante el Espanyol en el Sánchez-Pizjuán, un encuentro que un gol de Ciro Immobile encarriló pronto para los intereseses locales, en el minuto 16, y que sentenció Banega en la segunda parte. Sin embargo, quizá pueda parecer sintomático que en el siguiente encuentro, en Granada el 3 de enero, el Sevilla cosechó la única derrota (2-0) en un total de 23 encuentros oficiales disputados, desde que venció al Valencia (1-0) tras perder en Mönchengladbach hasta caer en Noruega ante el Molde, una secuencia en la que sólo esa derrota se coló en los casi tres meses mejores de todo el curso para los de Emery.
Salvo en esa ocasión en que venció al Espanyol, para el Sevilla siempre el resultado final fue un duro peaje el que tuvo que pagar por desconectar, un periodo cuya llegada los entrenadores celebran por la posibilidad que ofrece tanto para recuperar a los lesionados como para que los que juegan más habitualmente tengan descanso.
Dos de los empates fuera de casa en los que los sevillistas recibieron más críticas, ante Levante y Eibar (ambos por 1-1), sucedieron inmediatamente después de los dos primeros parones, uno en septiembre tras las dos jornadas iniciales, y otro a la vuelta de una competición que el Sevilla había dejado con inmejorables sensaciones: dos semanas antes había vencido a todo un Barça en Nervión.
Después del de noviembre, como en tantos desplazamientos, el sevillismo se llevó otro gran chasco con la visita a Anoeta, donde un equipo que era un cadáver y que acababa de destituir a David Moyes, doblegó a un indolente Sevilla (2-0) bastándole dos semanas de entrenamiento con su nuevo entrenador, Eusebio, que debutó en aquel encuentro de nefasto recuerdo para Krychowiak como el del domingo, pues dos despejes defectuosos fueron los orígenes de los dos goles. La historia se repitió de nuevo el domingo, una vuelta después, ya que el cuadro donostiarra se llevó los puntos de Nervión tras una racha en la que sumó dos puntos de quince posibles.
Será cuestión de un ineficaz proceso de reactivación, de cambio de chip... Tampoco tiene a sus órdenes ahora Emery a tantos internacionales como para que noten el cansancio (en este último parón sólo Banega, Krychowiak y Sergio Rico dejaron de entrenar con el equipo). Lo cierto es que se ha demostrado que esta plantilla parece competir mejor en calendarios apretados, sintiendo la presión y jugando sin parar jueves, domingo, jueves, domingo...
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