Una ocasión que no vuelve
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El Sevilla, cada vez con un once más cogido con alfileres, siente de verdad la presión de no fallar ante el rival que le usurpa su deseada plaza Champions. La fuerza en casa, la esperanza.

Otra vez en el mismo punto. Después de un empate más fuera de casa -bueno, dos si se toma en cuenta el de Basilea-, el Sevilla cita a su gente en el Ramón Sánchez-Pizjuán para otra demostración de fuerza y eficiencia como local. Es lo que mantiene viva la llama y lo que puede hacer que hoy a las seis de la tarde, a la hora del café, el sevillismo se mantenga en la ilusión o vuelva a revolcarse por el fangal del reproche y de la ira de su insatisfacción. Tienen una dura prueba Unai Emery y su tropa en la visita del Villarreal, sobre todo porque debe demostrar que, pese a las dificultades, tiene agallas para seguir aspirando a una plaza en la Champions, esa competición paladeada este año con el signo contradictorio de la entidad brutal de los rivales con que se codeó en el llamado grupo de la muerte.
Después de cada frustración foránea, justificada sólo en la Liga porque no se entiende demasiado el derrotismo en la vuelta de Suiza, siempre llegó un estudio quizá sobredimensionado de una plantilla que puede apuntarse como uno de los grandes enigmas de la temporada. ¿Es mejor la actual que la de la campaña pasada?
Sobre el papel lo era, en la práctica... hay muchas razones para ponerlo en duda por varias circunstancias que se han rodeado. Para empezar, el delantero titular era el suplente de Bacca en el curso anterior sin desmerecer el gran rendimiento que está dando el francés. No hay excusas porque los mimbres son muchos, variados y de alto nivel, pero tampoco es mentira que alumbran más nombres que hombres y que futbolistas sobre los que había grandes ilusiones se han quedado en figuras decorativas que no son capaces nunca de agarrar la camiseta de titular. La consecuencia de todo eso ha sido el esfuerzo continuado que han tenido que hacer otros y que, si hace tiempo se dejó notar en la lesión de una pieza básica como Krychowiak, ahora se repite en la musculatura de Vitolo.
Y el polaco, además, es de los hombres que mejor le vendría hoy a Emery para frenar el juego rápido que el Villarreal ejecuta como ningún equipo de la Liga en las transiciones defensa-ataque. El escaso ritmo de traslación de Cristóforo o Carriço puede acabar siendo la panacea para el fútbol verticalísimo y al primer toque de los pupilos de Marcelino, que seguro que van a dar la lata en la sobremesa nervionense.
Prepararse para ello conlleva ser autosuficientes en la generación de llegadas y ocasiones -en oleadas o de forma continuada- como este Sevilla ha sido capaz de hacer en cada encuentro que ha jugado ante su afición. Es verdad que ha habido fases de diversas lagunas y ahí hay que cuidarse porque el Villarreal está capacitado para hacer daño apelando -es cierto- a un modelo parecido en algunas cosas al sevillista.
La victoria es obligada. Por todo. Porque significará reducir la distancia en la tabla y porque no hacerlo añadiría una perniciosa ansiedad a la visita del Basilea el próximo jueves en este mismo escenario y en otra competición.
El proyecto, con la final de Copa ya en el bolsillo, se examina en una semana de colmillos en la que tiene mucho que perder y poco que ganar. No estaría de más que la afición echara, como casi siempre, una mano porque lo que está en juego, si se va, no va a volver. Que los rivales aprietan por detrás es otra razón para no dejarse llevar. Pues camarón que se duerme... acaba en tortillita.
La plantilla, a la hora de la verdad, no es lo que parecía y los de Emery llevan un mes y medio muy cargado, acumulando esfuerzos y constatando que cuando no están los que son...
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