Un 'reseteo' necesario

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Tras dos partidos fuera de la convocatoria, Llorente vuelve ofreciendo su mejor versión con dos goles que encarrilan la eliminatoria ante el débil Molde. El riojano, muy cuestionado hasta ahora, no marcaba desde principios de diciembre ante la Juventus.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
A. Galiano

18 de febrero 2016 - 20:45

Andaba Llorente en plena depresión futbolística y para colmo Emery lo dejaba fuera de las dos últimas convocatorias. El asunto podía sonar a varapalo para el delantero riojano, al que no le había faltado actitud pero sí suerte hasta ahora en el Sevilla, pero con su titularidad y su reivindicación doble ante el Molde (que tampoco es un rival para medir a nadie, todo hay que decirlo), se intuye que la decisión del técnico obedecía más a un reseteo que a un toque de atención. El resultado: dos goles y (a falta de confirmación) un jugador de los llamados a ser importantes en el equipo metido de lleno en la dinámica positiva en un momento casi crucial de la temporada.

No le ha podido venir mejor a Fernando Llorente -una promesa eterna hasta que Joaquín Caparrós lo tuvo a sus órdenes en el Athletic de Bilbao- la vuelta a empezar en el Sevilla. Uno de los grandes fuertes de Emery como técnico es la recuperación de jugadores, tanto como los que no rinden en otros equipos como a los que pone a punto tras un mal inicio. Ejemplo de ello fue la progresión de Gameiro en las dos temporadas que precedieron a ésta, en las que, entre lesiones y bajones, tardaba en arrancar para luego acabar como un tiro pese a que Bacca tuviera la vitola de titular.

En ningún caso el francés había sembrado las dudas que sí ha dejado ver Llorente sobre su encaje en el equipo. El rendimiento de unos de los jugadores más caros del Sevilla estaba siendo mucho más bajo de lo esperado por un cúmulo de circunstancias: falta de forma, adaptación al sistema de juego, malos momentos del equipo etc... Hasta el punto que, sin nunca faltarle actitud (a lo mejor si moral en más de un partido), al riojano se le estaba volviendo la grada en contra, y ya se sabe lo que ocurre en Nervión con esa cruz si no se le da la vuelta a la situación a tiempo... Por eso necesitaba un partido como éste y en Nervión.

El que Llorente es muy aprovechable para este equipo es algo más que evidente. Que lo sea lejos de área ya es otra historia. No es jugador especialmente habilidoso apartado de su hábitat y por el duro marcaje al que suele estar sometido (a los jugadores de tal envergadura el árbitro permite que se les haga prácticamente de todo), parece hasta patoso cuando falla en los controles o en la asociación. Cerca del área es muy aprovechable, sobre todo para fijar centrales, jugar de cara, por arriba y explotar su olfato de goleador. Hasta ahora no estaba teniendo suerte, pero ante el Molde (de nuevo, un equipo que no puede medir nadie), ha sacado a relucir por fin sus mejores virtudes para ganar en confianza y sumarse a la causa en el mejor momento de la temporada para los nervionenses.

Y eso que durante la primera media hora su trabajo casi no se vio. Mucha pelea desagrecida con los dos centrales noruegos y mucho balón de cara a los mediapuntas, pero pocas ocasiones y centros aprovechables por el arranque progresivo del Sevilla. Hasta el minuto 36 no fue cuando se quitó de encima la desconfianza de parte de los aficionados y la suya propia. Una jugada de Vitolo cayó en pies del riojano, que, pese a tener a los dos centrales encima, supo recortar con la derecha y alojar con la zurda la pelota en las mallas por debajo de las piernas de un zaguero. Palo y dentro. La forma en la que sus compañeros acudieron a felicitarlo dejaba ver que para el internacional español no era un tanto cualquiera. Precisamente no marcaba desde que el 8 de diciembre lo hiciera ante la Juventus y metiera al Sevilla en la Liga Europa.

Ya con la sequía rota y sin el peso encima, tuvo Llorente otra ocasión para hacer el segundo. Un balón aéreo bombeado le caía sólo en el área pequeña y se marchaba cerca de la escuadra donde la quería ajustar.

Sí estuvo más acertado en la segunda mitad, en la que sí aprovechó la inocencia del central noruego en un balón interior de Coke por la derecha para marcharse poniendo el cuerpo y cruzar la pelota a la escuadra contraria. Ahí sí recordó al Llorente de la era Bielsa.

La eliminatoria estaba encarrilada, la redención completada y entraba Gameiro por él (luego aclaró Emery que sufría unas molestias) para que la grada acabara de firmar la conciliación. Ahora queda aguardar cómo responde el desquitado delantero en plazas más complicadas. De darse la confirmación, otra alternativa más para Emery, y de peso, en un equipo en pleno crecimiento.

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