Aprendiendo junto a su ídolo

Joaquín y Vadillo.
Joaquín y Vadillo.

Dentro de un verano para olvidar, Álvaro Vadillo recibió el lunes una buena noticia: el Betis fichaba a Joaquín. El joven extremo siempre se miró en el espejo del veterano. Él es de Puerto Real, su ídolo de El Puerto de Santa María y en el carácter de ambos también se observan similitudes, sobre todo el descaro que plasman junto a la cal. Joaquín, como dijo en su día en una entrevista a este diario, se "acomodó" a la banda derecha, pese a ser un excelente mediapunta. Pero en su sitio desborda más y elude la presión de tener que marcar goles. A Vadillo, pese a ser diestro también, le gusta más partir de la banda izquierda para trazar diagonales e interiores.

Cuando el puertorrealeño debutó, el portuense militaba en el Málaga. No pudo conocerlo, ya que las lesiones jugaron en su contra. Se había incluso apañado una especie de padrino para que se lo presentara, lógico en un niño entonces. Dentro de dos sábados, cuando el Betis cumpla 108 años y juegue ante la Real Sociedad, él festejará los 21.

Mucho fútbol por delante aún y, sobre todo, un maestro, con el que ya congenia a la perfección, capaz de obrar el milagro de que Mel vuelva a mirarlo con los ojos del día que lo hizo debutar en Los Cármenes con sólo 17 años.

Vadillo se equivocó, quizá no lo dio todo el curso pasado tras salir de su segunda lesión grave, pero la factura pagada ha sido decisiva. El técnico quería que se fogueara porque no creía ya en él en el Betis, pero instó al club a guardarse una carta para el regreso porque en el fondo sabe quién es. Por eso no llegó a salir. Y ahora, el fútbol le brinda otra oportunidad para sonreír. Y él sabe que por Joaquín no va a quedar. Ojalá ese estímulo reflote al discípulo para un Betis con dos extremos de cantera.

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