La fiesta según Sevilla, un clamor en rojiblanco
El Auditorio, los bares de la ciudad y la Puerta de Jerez, escenarios del júbilo de una noche muy sevillista
A más de 3.000 kilómetros de distancia al sur de Europa, con la Giralda de verdad como testigo de excepción, la afición del Sevilla rompió jubilosa al término de la final que les daba el cuarto título europeo. Los cerca de 10.000 hinchas que viajaron a Varsovia a ver a su equipo se multiplicó por diez en la capital, que celebraba con no menos alegría que sus homónimos en Polonia lo que sería el principio de una larga noche.
"Qué sufrimiento", exclamaba aliviado Carlos, que había visto el partido junto a un grupo de amigos en el bar Levíes. Tan pronto como el capitán, Fernando Navarro, elevó al cielo la copa, Carlos inició el camino a la Puerta de Jerez, lugar habitual de congregación e la afición rojiblanca en la ciudad.
Poco antes, en el Auditorio Rocío Jurado, varios miles de almas entonaban los cánticos del equipo a cada gol, preludio de la explosión que propició el 3-2. Bacca y Aleix Vidal fueron los futbolistas más vitoreados durante el partido. "No las tenía todas conmigo, pero al final lo logramos. Somos un grande de Europa", señala un veinteañero Pablo, que se desgañita a cada sílaba del himno.
Mientras la Puerta de Jerez iba llenándose, los había también quienes, hechos ya a los triunfos futbolísticos de este grado, optaron por celebrarlo más íntimamente. Desde Miraflores, Daniel revela que en la primera copa, en 2006, se le escaparon las lágrimas. Ya no. "Estoy muy tranquilo. Son cinco títulos europeos ya. Vamos a tomarnos una copita... por tomarla", dice con satisfacción.
La multitud se arremolinaba alrededor de la Fuente de Sevilla, en la Puerta de Jerez. El clamor era unánime. La hinchada del Sevilla se congregaba en torno a unos colores y a un grito. "Sevilla, Sevilla, Sevilla". La madrugada fue testigo de una explosión atómica.
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