El gran acontecimiento

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El sevillismo vive uno de los partidos más atractivos de su reciente historia con la opción de seguir su racha ante el todopoderoso Barcelona El lleno absoluto, indicador de la ilusión

Aleix Vidal, Gameiro, Bacca y Krychowiak, sonrientes al comienzo del entrenamiento de ayer en la ciudad deportiva.
Aleix Vidal, Gameiro, Bacca y Krychowiak, sonrientes al comienzo del entrenamiento de ayer en la ciudad deportiva.
Jesús Alba

11 de abril 2015 - 05:02

Poner en valor un partido de fútbol como lo ha hecho el Sevilla de Emery con su excelente rendimiento llena de orgullo a una afición que vive esta noche uno de los acontecimientos futbolísticos más grandes que se pueden vivir. La visita del Barcelona al Ramón Sánchez-Pizjuán recuerda a grandes partidos, cuando la televisión no manejaba el fútbol y la reventa tenía su sitio y su importancia. El precio que podía alcanzar una entrada en este peculiar mercado era un marcador inequívoco de la dimensión del choque y la actividad que se generaba alrededor.

Hoy, las televisiones han hecho casi desaparecer esta figura del fútbol y el lleno absoluto en un estadio es tan raro que, por ejemplo, hayan tenido que pasar siete años para que el cartel de "no hay billetes" se vuelva a colgar en las taquillas de Nervión.

Y toda la culpa la ha tenido un equipo que ha hecho muy bien las cosas. Llega la prueba final para los de Emery, la oportunidad de demostrar que ni el mismísimo Barcelona puede frenar la velocidad con la que marcha en los dos últimos meses de competición, pero el equipo de Luis Enrique se juega la Liga y nadie duda de que apretará todo lo que pueda y más para no perder su ventaja sobre el Real Madrid sabiendo que el Sevilla es un equipo capaz de exigirle más que cualquier rival en la Liga.

En el Sevilla hay mucha ilusión, unas ganas desmedidas por seguir con una fiesta que debe tener su continuidad el jueves con otro choque de altura ante el Zenit, aun asumiendo la amenaza real que Messi, sobre todo Messi, protagoniza vestido de corto sobre la hierba nervionense. El argentino es el icono que marca el respeto que hay que tener a este equipazo y además es de los que se suele explayar con el Sevilla, con el agravante de que, sabiendo lo que tiene enfrente, Luis Enrique ha guardado fuerzas para este encuentro dando descanso a titulares como Piqué, Neymar, Iniesta, Busquets o Luis Suárez. Casi nada.

Para el sevillista hay muchos atractivos en este duelo. Desde el regreso de Rakitic, alguien que Emery ha logrado que no se eche de menos -lo que hace un año se antojaba imposible-, hasta la posibilidad de seguir ampliando un récord de imbatibilidad en este escenario que se remonta a la última visita precisamente del Barça hace catorce meses en un engañoso 1-4, o la opción de dar caza al Valencia en la cuarta plaza en la pelea por la Champions.

Lógicamente, nadie puede reprimir las ganas y en el vestuario pasa lo mismo. El grupo se ha ido haciendo más y más fuerte y es el momento de dar otra vuelta de tuerca a su capacidad de rendimiento con la oportunidad de frenar a un adversario capaz de pasar por encima de cualquier equipo. Las teclas que hay tocar se han estudiado concienzudamente y en eso Emery ha demostrado ser un maestro, si bien en su currículum aún no habita ningún triunfo sobre el Barcelona como entrenador de fútbol.

También es cierto que el partido le llega al Sevilla en mejor momento que a los azulgrana, aunque ello no tenga nada que ver con lo que pueda pasar. Los blancos, que se verán espoleados por un ambiente atronador como el Barcelona pocas veces se encontrará en un estadio de fútbol, viven un momento dulce de juego y de resultados, digno de tener la guinda esperada con un colofón ante Messi y compañía.

Varios registros a los que acudir con futbolistas en un momento dulce como Banega (que vuelve tras cumplir sanción) y el valor de un bloque como colectivo dan a los de Emery ciertas esperanzas de competir ante un rival que se puede convertir en una metralleta ofensiva en cualquier momento. La duda en cuanto al rendimiento del Barça estará en si esa presión que tiene por no ceder terreno ante el Real Madrid en la lucha por el título de Liga se traducirá en ansiedad (difícil para un vestuario tan habituado a la altísima competición) o en un efectivo empeño en marcar las diferencias, que es lo que se teme por Sevilla.

Esperar el momento y aguantar, confiarse a la magia de las grandes noches de Nervión... La receta ganadora requiere pinceladas de muchas situaciones y todas ellas deberá manejarlas bien el once que tanta gloria ansía cuando ya huele a Feria en esta ciudad. El acontecimiento ya en sí es grande como para el disfrute de cualquier aficionado. Un Sevilla-Barcelona así es un espectáculo de grandísimas dimensiones, uno de los partidos más grandes que se pueden vivir actualmente en Europa y en el mundo. El vitoreado equipo de Messi, obligado ante el vigente campéon de la Europa League. ¿Quién da más? Fútbol como el de antes, un partido para que los reventas hagan el agosto.

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