El sevillismo de Sergio

El camero considera su "casa" el Sánchez-Pizjuán

Sergio Ramos, en la sede de la Fundación Cruzcampo.
Sergio Ramos, en la sede de la Fundación Cruzcampo.
M. Lasida Sevilla

27 de marzo 2015 - 05:02

Una década hace ya que Sergio Ramos se puso la camiseta de la selección. Y ya no se la quitó más. También se van a cumplir diez años del fichaje del futbolista de Camas por parte del Real Madrid, en cuyo estadio ha debido perder sentido ese simpático "sevillanos, yonquis y gitanos" gracias a uno de sus capitanes. Y eso que el sevillano, camiseta que se pone, camiseta que no devuelve. Ni siquiera las antiguas: "Aunque algunos no lo entiendan, sigo siendo sevillista y también madridista", afirmó el jugador sevillano en la rueda de prensa en la que él e Iniesta atendieron a los medios de comunicación.

A Sergio Ramos lo siguen viendo como un personaje graciosillo en la capital. A él no le disgusta ese papel y, de cuando en cuando, suelta alguna expresión mirando al tendido. "Iniesta es el novio que toda madre le gustaría tener para su hija", contesta entre risas del respetable, que le pregunta por las sensaciones de su vuelta a Sevilla. "Volver al Sánchez-Pizjuán es volver a casa, al lugar donde debuté y donde crecí como futbolista. Espero que el campo esté lleno, como suele hacer Sevilla, y nos aporte ese apoyo que todo equipo necesita", declaró el futbolista, que tuvo palabras de recuerdo para sus años en la ciudad deportiva sevillista. "Mi carrera la he hecho prácticamente en Madrid, pero mi infancia y mi juventud la pasé aquí", continuó.

Entre otras cuestiones a las que respondió, el central del Real Madrid ofreció sus recuerdos de la selección española en sus partidos en la capital andaluza, otrora talismán para la selección. "Mi primer recuerdo es el de una piscina municipal con 20.000 chiquillos alrededor de la televisión, vestidos y pintados con los colores de España y disfrutando con el equipo", rememoró Ramos, que valoraba el apoyo incondicional del aficionado del sur pese a que los resultados, en aquellos años, distaban mucho de los merecedores de los títulos recientes.

El niño de Camas es ya un hombre y, con 30 años, se siente un viejo entre tanto joven. "Cómo pasa el tiempo", exclamó el jugador al referirse a la llegada a la convocatoria de gente nueva como el malaguista Juanmi o el sevillista Vitolo. "Son grandes jugadores. Vitolo es orden, destrucción y llegada; Juanmi, desenvoltura arriba, gol y aportar siempre algo positivo", dijo.

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