Emery debió jurar en arameo (1-2)
Copa del rey: granada - sevilla · la crónica
El Sevilla pierde la ocasión de finiquitar la eliminatoria copera en el primer acto en Granada y pasa de un rotundo 0-3 al 1-2 final. Aspas tuvo tres oportunidades clarísimas y lo que llegó fue un tanto de Lass.
Sensación agridulce para el Sevilla en el primer acto de su doble duelo con el Granada. El cuadro de Unai Emery debió marcharse de Los Cármenes con la eliminatoria más que resuelta, con la posibilidad de programar un entrenamiento con público ante los suyos la próxima semana después de haberse impuesto por un 0-3 o un 1-4, por ejemplo. Pero no, el gol sobre la hora de Lass en un cúmulo de circunstancias adversas, desde la innecesaria falta a la mala colocación de la barrera, obligará al conjunto nervionense a un esfuerzo más en este cargado mes de enero. Todo lo que no sea eso podría conducir incluso a descartar partidos posteriores, pues el catálogo de cruces en competiciones coperas está completo de situaciones en las que el visitante debió finiquitar en la ida y no lo hizo para verse sorprendido en la vuelta.
No necesitó siquiera el Sevilla un fútbol excelente para evidenciar una superioridad increíble. Emery había refrescado a los suyos con Sergio Rico, Figueiras, Arribas, Deulofeu, Iborra, Banega y Gameiro, siete futbolistas para que sólo repitieran como titulares respecto a la cita liguera ante el Celta Pareja, Fernando Navarro, Krychowiak y Vitolo. Y con semejantes mimbres pudo componer un canasto aparente en el centro del campo gracias al triángulo que formaban Iborra, Krychowiak y Banega, muy equilibrado a la hora de recuperar y de salir después con la pelota en buenas condiciones. Las dificultades llegaban atrás por la zona que debía tapar Arribas, que padeció bastante en el primer periodo ante Success y sus propias debilidades balompédicas. Pero todo se paliaba con la velocidad arriba de Gameiro, Deulofeu y hasta Vitolo.
El Sevilla tenía el mando de la situación y ya transmitía la sensación de haber mutado en el aspecto físico respecto al que tan pobres registros ofreciera cuatro días antes contra el Celta. Las palizas en los entrenamientos previos al encuentro liguero ya habrán menguado, sin duda, y los futbolistas que vestían de blanco gozaban de la misma velocidad, cuando menos, que sus rivales. En definitiva, que ya llegaban muchas veces antes y no ofrecían rostros de padecimiento cada vez que eran enfocados en los primeros planos televisivos. Al contrario, estaban incluso rápidos.
Tanto que en el minuto 4 ya eran capaces de lanzar el primer aviso sobre sus puntos fuertes. Un balón conducido por Iborra se dirigía de repente hacia un Deulofeu que había sabido entrar por las espaldas del lateral Foulquier. El extremo catalán tuvo la opción de disparar, pero prefirió el pase al compañero y entonces una serie de rebotes en Mainz y Roberto dirigieron la pelota hacia el travesaño del marco granadinista. El Sevilla se había podido poner por delante en el marcador muy pronto.
No fue así, pero tampoco importó en exceso. El control de la situación era absoluto para un Sevilla que ni siquiera se veía obligado a emplearse a fondo para ello. Le bastaba con controlar la situación, con no exponer en exceso y con dejarse llevar por la fortaleza de un Iborra que ya evidenciaba que es increíble que no tenga mucha más participación en este equipo. El valenciano se convertía en el faro en el eje, y tenía el apoyo de Banega a la hora de tocar el balón y jugarlo siem pre de cara. Krychowiak, mientras, desarrollaba un mayor despliegue físico en un sistema de juego más cercano al 1-4-3-3 que al habitual 1-4-2-3-1 que suele dibujar Emery sobre el campo. Deulofeu, por ejemplo, se metía muchas veces hacia el centro y permutaba en sus posiciones con Gameiro e incluso con Vitolo para que el Granada careciera de referencias a la hora de protegerse.
El control del Sevilla era tan evidente que lo extraño era que no pisara un poco más el acelerador para hacerle daño a un Granada muy nervioso por la situación deportiva que está atravesando. Eso sí, el cuadro de Caparrós incluso pudo ponerse por delante en un error de Arribas que tuvo que solventar Pareja con su cruce ante Edy cuando éste lo tenía todo a su favor para marcar.
El argentino resolvió esa situación y en torno a la media hora llegaba la espectacular contra que sirvió para desnivelar el marcador. Pases corto y toques para que tuviera visión siempre quien fuera de cara. Iborra conecta con Deulofeu, éste rompe por el centro y abre hacia la derecha al desmarque que le tira Gameiro, disparo cruzado al poste y el mismo Deulofeu llega desde atrás para poner al Sevilla por delante.
Si el Granada ya estaba particularmente tenso con anterioridad, cuando se vio por detrás en el marcador ya le puso casi una alfombra roja al Sevilla para que no dejara ningún lugar a la duda y sellara su pase en este primer acto. Gameiro aprovechó un regalo de Sulayman para marcar el segundo después de que Héctor Yuste hubiera debido irse a la calle por una entrada que se acercaba a la tarjeta roja y no viera ni siquiera la segunda amarilla.
Y ya con el 0-2, la superioridad del Sevilla fue aún mayor. Emery optó por meter mayor velocidad con los cambios e introdujo en el campo a Iago Aspas y Aleix Vidal. Entonces el Granada ya se vio completamente desbordado y llegaron tres ocasiones de gol, a cuál de ellas más clara, para el gallego. Pero Iago Aspas, tal vez demasiado ansioso en su reivindicación de un papel más protagonista en este Sevilla, no fue capaz de superar a Roberto, que también tuvo su mérito. La ventaja debía haberse visto incrementada en un par de goles para convertir en un trámite la vuelta, pero el fútbol no entiende de esas cuestiones y sí de los goles que anota un árbitro en el acta. Mateu Lahoz consignó el 1-2 donde debió poner el 1-4 y seguro que Emery juró en arameo. Tiene motivos.
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