El amor propio y algo más
Rayo vallecano - sevilla
El Sevilla de Emery debe aislarse del incómodo soniquete de Caparrós para disputar lo que en Vallecas califican como una final. El séptimo puesto ya peligra.
No debe ser agradable la situación que está viviendo Unai Emery. Mientras él viajaba ayer a Vallecas, José Castro permanecía en Sevilla después de que Joaquín Caparrós reconociese la noche del viernes públicamente que viajaría a Utrera tras el partido del Levante en Valladolid, pero para "visitar a la familia". Un AVE en dirección hacia Madrid y otro en dirección hacia Sevilla han propiciado que el runrún previsible en los oídos de cualquier entrenador cuestionado se haya convertido en el caso del guipuzcoano en un zumbido difícil de soportar, por mucho que el presidente del Sevilla lo tranquilizara en el viaje de vuelta desde Maribor. Y entre viaje y viaje, sin apenas tiempo para rehacerse del empate europeo, para asimilar la noticia de la lógicamente desmentida reunión en Utrera ni para preparar mínimamente el siguiente e inminente partido, el Sevilla se juega buena parte de sus opciones continentales en Vallecas, donde han calificado la cita de este mediodía de auténtica final. ¿Y qué se juega Emery? Cuando menos, el amor propio.
Al entrenador del Sevilla no le queda más remedio que hacer de tripas corazón y afrontar cada día de trabajo con la dignidad del que va a ganarse el pan nuestro de cada día. Para eso le pagan y mucho mejor que al común de los mortales, por cierto. De paso, el guipuzcoano, trabajador y corajudo, tiene el prurito de intentar darle la vuelta a la situación metiendo a su equipo entre los seis primeros, cosa nada fácil, por otro lado. De entrada, la vigesimoquinta jornada la afronta el Sevilla fuera de ese privilegiado séptimo puesto que ha venido defendiendo durante muchas jornadas. Precisamente ha tenido que ser el Levante de Caparrós el equipo que, con su empate en Valladolid, descabalgue a los nervionenses del último puesto europeo. El equipo de Emery amanece hoy en Madrid como octavo sin necesidad de que hayan jugado aún los otros dos rivales que arrancan el fin de semana igualados a 32 puntos. El Valencia lo hace esta tarde y al Espanyol le toca turno mañana, con lo que los sevillistas no tienen la presión añadida de conocer otros resultados que podrían ser negativos para sus intereses.
Para replicar a ese feo guiño del destino por el que el equipo del hombre que zumba en los oídos de Emery sea precisamente el que lo baje provisionalmente del séptimo puesto, el Sevilla debe afrontar un partido con las habituales aristas que presentan las citas en Vallecas, un escenario que históricamente no se les ha dado excesivamente bien a los de Nervión. A Paco Jémez y a su Rayo Vallecano no les queda otra que jugarse la vida en cada cita liguera. Es el único clavo ardiendo que le queda a un equipo que lucha de forma angustiosa por sacar los pies del cemento del descenso. Ni ganando abandonará el Rayo la rampa descenso, pero los tres puntos le ofrecen un salvavidas al que agarrarse con fuerza para seguir buscando la orilla.
Jémez ha variado poco su estilo valiente de fútbol combinativo. Si acaso, ya no arriesga tanto con la salida desde atrás del balón y busca directamente su creativa zona de tres cuartos. Y Emery continúa realizando ensayos para dar con una línea de juego que se le resiste y que impele a preguntarse en cada partido qué Sevilla comparecerá. La baja de Vitolo abre un hueco en la banda izquierda con dos candidatos a cubrirlo, Alberto Moreno y Marin, que reapareció en Maribor como una espita de esperanza para el tramo decisivo del curso. Es una de las principales dudas de un once en el que también podría haber alguna novedad en la zaga. No hay que olvidar que Emery lleva dos partidos gastando su primer cambio no obligado en quitar a Pareja y puede que, después de siete partidos sin ganar, vuelva a la collera de centrales más eficaz: Fazio y Carriço. Este cambio implicaría volver a confiar en Cristóforo o retrasar a Rakitic, aunque el técnico ya dijo ayer que no sería él quien reabriera este debate. Demasiadas dudas hay en torno al once titular. Casi tantas como las que presenta el futuro del Sevilla, en el que lo único medio claro es que el actual técnico tiene difícil seguir en Nervión. Contra esta afirmación y contra el runrún de Caparrós querrá ganar hoy el guipuzcoano. Por amor propio, y por algo más.
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