Un bálsamo no tiene que ser un elixir
villarreal | sevilla
El Sevilla de Emery, sin término medio, se saca la espina de la Copa y da un paso adelante en la Liga con un fútbol feo, pero práctico y sólido, renunciando al balón, que no al trabajo
Del milagroso bálsamo de Fierabrás que hizo vomitar a Don Quijote hasta curarlo a ese aceite de ricino que sufrían los niños con empacho o el aceite de hígado de bacalao de agrio sabor para abrir el apetito, los bálsamos siempre tuvieron un sabor desagradable, feo... pero efectivo. Tan feo y de tan acre sabor como el que dejaría en el paladar del espectador medio el partido que ofreció ayer el Sevilla, un Sevilla sin término medio, un equipo que al principio manoseaba el balón para hacer un fútbol de mentira y abrir vías para el triunfo del rival y que ahora aspira con fuerza a los puestos europeos desde las antípodas de esa filosofía. Trabajo, solidaridad, esfuerzo, acumulación de hombres y dar pocas opciones a un buen rival, dinámico y escurridizo como es este Villarreal que sucumbió a un Sevilla redivivo que quiere el balón lo justo.
Baste un dato estadístico. El reparto de posesión fue de un 70 por ciento para el Villarreal y un escueto 30 por ciento para el Sevilla. Los jugadores de colorado escupían el balón con voleones más o menos orientados en cuanto tenían la menor duda. Y bien que hicieron. Así privaron al Villarreal de robar en la zona de riesgo, donde Giovani, Hernán Pérez o Aquino pueden encontrar espacios para combinar y hacer daño con rapidez. Pero hasta en los escasos contragolpes que concedió el Sevilla la defensa, con Iborra y Carriço como primera línea Maginot casi insuperable, se cerró por el centro para impedir ser tumbada.
El Sevilla llegó a desesperar por su falta de posesión. El repliegue intensivo era la idea inamovible, todo lo contrario que aquel equipo que sacaba la pelota desde el mismo portero para arriesgarlo con pases inocuos durante todo lo ancho del campo para perderlo con el equipo saliendo y la defensa descolocada. Pero, ¿es necesario hacer un fútbol tan feo, con tan escaso empaque estético, para ganar? Pues parece que sí, sobre todo a domicilio, donde el equipo de Emery acumula tres triunfos ligueros más otro europeo y uno, éste ya estéril, en Copa. Después de un año largo sin ganar fuera en Liga, el vasco ha encontrado su bálsamo de Fierabrás para ser un equipo temible como visitante.
El ciclo comenzó en Cornellà-El Prat. Allí ya apostó por dos medios de cierre para minar el campo de piernas y cabezas, con predominio del choque y el juego aéreo, y desde entonces no se sale de ese carril. Desde entonces, el Sevilla es un equipo temible de visitante, un equipo malaje.
Para que todo sea efectivo hace falta tener pegada, y el Sevilla es el que más tiene de toda la Liga a balón parado. Ocho goles ha logrado así, y los rivales tiemblan ante su poderío en la estrategia. Y también, contar con un delantero que casi la primera que tiene la mete: Bacca ya lleva 8 en la Liga.
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