Emery, la diferencia

El guipuzcoano ha convencido a la afición de que el objetivo es posible superando a Míchel en 4 jornadas menos, no sólo en puntuación sino en sensaciones.

Emery, la diferencia
Emery, la diferencia
Jesús Alba / Sevilla

07 de mayo 2013 - 05:02

Aunque con muchas cosas que mejorar aún en un equipo con no pocas limitaciones, nadie puede negar que Unai Emery ha logrado enganchar de alguna manera al sevillismo con su trabajo. No todo es perfecto, porque el nivel de los profesionales nervionenses fuera de casa sigue dejando muchísimo que desear, pero al menos en detalles, en gestos, en la forma de vaciarse en los partidos en el Sánchez-Pizjuán... el trabajo del entrenador guipuzcoano ha logrado reenganchar al Sevilla a la pelea por Europa cuando a su llegada era un cadáver que empezaba a ofrecer sensaciones preocupantes con la amenaza de meterse en la lucha por evitar el descenso.

No sólo es que Emery haya superado los números de Míchel con cuatro jornadas menos que el madrileño, son muchas más cosas que hacen que la afición, el club y los propios jugadores vean todavía una posibilidad real de lograr el objetivo pese a que los tropiezos se han sucedido uno tras otro cuando parecía prohibido caerse. Varias cosas han sido las que han cambiado con Emery respecto a su predecesor y que han hecho ver el objetivo aún es posible.

Si Míchel, que permaneció al frente del Sevilla durante la primera vuelta íntegra, dejó al equipo en la duodécima posición con 22 puntos sumados, Emery ha logrado superar esa cifra en cuatro partidos menos. En una hipotética clasificación, contabilizando los partidos sólo de la segunda vuelta, justo los que ha dirigido el de Fuenterrabía, el Sevilla estaría situado en la séptima plaza (que daría derecho a jugar en Europa) con 24 puntos sumados. Con Míchel, el equipo blanco había sumado 6 victorias, 4 empates y 9 derrotas; con Emery, la estadística del Sevilla se resume en un triunfo más, 7 (todos ellos en casa), 3 empates y 5 derrotas.

Está claro que Emery le debe todo lo que está consiguiendo en el Sevilla a la transformación que el equipo ha tenido desde su llegada en los partidos de casa. Salvo dos citas puntuales ante el Atlético de Madrid, la primera de las cuales privó al club de disputar la final de la Copa del Rey, todos los encuentros se saldaron con triunfo de los locales, dando además un nivel altísimo en la mayoría de los choques con goles y ocasiones que divirtieron a la grada. Con 21 goles a favor en el Sánchez-Pizjuán, el Sevilla de Emery, aparte de conectar con el público, es el cuarto equipo más realizador ante su público, sólo superado en este aspecto por Real Madrid (29), Barcelona (28) y Real Sociedad (23), equipo éste revelación de la segunda vuelta, aparte de ser también el cuarto máximo goleador en total con 29.

Emery llegó a Sevilla con fama de ser un trabajador incansable por y para el fútbol. Y lo ha demostrado alejándose de la comodidad del sofá y de ver partidos por la tele a viajar cada vez que tuvo ocasión para presenciar fútbol en directo y en la grada de los estadios. Lo hizo para analizar rivales, para ver jugadores que pudieran interesar para el futuro y para tener mayor conocimiento de otros que, siendo propiedad del Sevilla, debían volver a la disciplina a partir del 30 de junio tras las cesiones en sus equipos. Uno de ellos era Luis Alberto, con el que supo meterse en el bolsillo a la grada diciendo cada vez que le preguntaron que el genial mediapunta gaditano por supuesto que tiene sitio en su proyecto de la temporada que viene.

Pero también Emery demostró no ser un técnico pasivo, sino que inventó cosas según el rival y en función de los efectivos de que disponía en cada encuentro. Así, situó a Fernando Navarro como central, algo que se repitió en el tiempo al consumarse como un acierto, cambió radicalmente el sistema a una defensa de tres en partidos como ante el Atlético, o fue probando con la posición de Rakitic para que el equipo se beneficiara mejor de las cualidades del suizo-croata. Igualmente, potenció la mayor movilidad de Jesús Navas, que apareció por el centro y por la izquierda, al igual que Reyes por la derecha. También le dio vida a los laterales, una de sus señas de identidad en el Valencia, con Coke (autor de tres goles y objeto de algunos penaltis) como mayor exponente de esta nueva dimensión ofensiva.

Una de las reivindicaciones de la afición, muy sensibilizada con este aspecto, sobre todo por el caso Luis Alberto, y que vio cómo Míchel no miró apenas al filial. Apuestas de mentira con algunos minutos de Álex Rubio, el año pasado con Deivid... la llegada de Emery sirvió para darle los galones con todas las de la ley a Alberto Moreno, permitiéndole incluso asentarse en el once titular a base de confianza y continuidad. Recién llegado, también le dio su sitio al meta Julián e hizo debutar a Israel Puerto en Valladolid.

La afición también acogió con interés la decisión de Emery de no contar con Babá en partidos en los que hacía falta marcar comprobado el nivel del senegalés. Similar fue el caso de Manu del Moral.

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