El guiño de una cita histórica

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El sevillismo reedita una de sus noches mágicas para cumplir la estadística de jugar una final de Copa cada tres años. El 1-0 vale, pero los blancos se preparan para todo

La plantilla posa en El Rompido con un cartel motivador para el partido.
La plantilla posa en El Rompido con un cartel motivador para el partido.
Jesús Alba

27 de febrero 2013 - 05:02

Cualquiera sabe lo que esconde este club que, por misterios de difícil explicación, tiene la capacidad de convertir de un plumazo en una temporada histórica la que iba camino se ser la peor en cuanto a resultados deportivos y económicos de la última década. Y mientras sus rectores andaban hace muy poco -dos meses- dando explicaciones en la Junta General de Accionistas que presentaba el panorama más negro de los años de gestión de José María del Nido, éste se encuentra ahora de nuevo en su salsa, como le gusta, derrochando ilusión en esas manifestaciones grandilocuentes que no a todos gusta y muchos le censuran, pero que a la inmensa mayoría del sevillismo le agrada escuchar, entre otras cosas porque son sinónimo de que hay una cita histórica, de que se olisquea en el ambiente que algo grande puede llegar.

Y si a esta arenga habitual en ocasiones escogidas de su presidente se le une la de una figura respetada y que no tiene estatua en el Sánchez-Pizjuán porque él se niega en rotundo como es Frederic Kanoute, ya nadie que sienta en blanquirrojo puede evitar que los vellos se le ericen, que sienta la llamada del coliseo de Eduardo Dato y recuerde noches vividas y páginas escritas con letras de oro en la historia -vamos a dejarla en centenaria, que es lo que dicen de momento los documentos oficiales- de un club con una capacidad envidiable de mover masas. 80.000 sevillistas en la primera final de Madrid en 2007, casi otros tantos tres años después, en Barcelona en 2010... Esta progresión geométrica y temporal dice que en 2013, si todo sale bien, toca. Cada tres años una final, ¿qué sevillista no lo firmaría?

Pero para que eso se cumpla, el equipo de Unai Emery debe vencer esta noche al Atlético de Madrid, un duro y rocoso rival que añade el pique de una rivalidad con su miga en los últimos años y que además guarda en la empuñadura de su daga la muesca de la final del Camp Nou como causa pendiente. Va a vivir un infierno la tropa de Simeone en el Sánchez-Pizjuán porque el club ha puesto un celo especial en preparar la cita para asemejarla lo más posible a noches como en la que se erigió en protagonista quien hoy estará desde el tercer anillo con su zurda de diamantes preparada para acompañar el movimiento de golpeo de cualquiera de los futbolistas que vistan la camiseta blanca del Sevilla. Como instintivamente habrá hecho mil veces cualquier aficionado que ve cerca la posibilidad de un remate y un gol de alguno de los suyos. En esta noche fría de febrero hay mucho de aquella abrileña con el Schalke 04 enfrente. Ya no hay fisuras entre ningún sector de la afición y el club, la motivación es máxima, salvar la temporada está a un paso y todas las voces van a ser pocas...

Todo eso entra en el apartado sentimental del choque. Evidentemente, la carga emotiva es mucha, pero el balón es redondo y los resultados se rigen por parámetros meramente futbolísticos y en ese capítulo Unai Emery trata de canalizar toda esta sobreexcitación en los suyos para que salga un partido redondo y las cualidades de sus futbolistas se impongan sobre las del rival. Con el guipuzcoano, el Sevilla en casa no ha conocido más que victorias y eso está obligado a hacer hoy también, ganar, pero el nivel de las estrellas del Atlético invita a ser prudentes, muy prudentes, pese a la magnífica imagen que el Sevilla ofreció también en un partido perdido de antemano como el que jugó el sábado en el Camp Nou.

El equipo tiene que estar preparado para todo. Es evidente que un 1-0 (por ese penalti convertido por Negredo en el 2-1 de la ida) es suficiente, pero mal empezaría el Sevilla pensando en eso. Los de Emery, y también la afición, tienen que estar preparados para saber qué hacer en cada situación: alguna expulsión propia o del rival, nuevos penaltis, que se adelante el Atlético, una posible prórroga... Nadie ha vendido la piel del oso antes de cazarlo -ni siquiera Del Nido en su discurso grandilocuente que lo que busca es excitar más-, porque el oso primero hay que arrincionarlo antes que los Falcao, Diego Costa, Arda...

La suerte está echada, pero el guiño del destino está ahí. Y no vale estropearlo...

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