Ahora sí, la Copa
Barcelona - Sevilla · el otro partido
Emery demostró que su intención de no tirar el partido no era un brindis al sol. El equipo compitió, algo que aumenta las esperanzas para el miércoles.
De fútbol y de política todo el mundo entiende y todo el mundo opina. Lógicamente, la libertad de expresión permite comunicar todo tipo de opiniones, fundamentadas o no, disparatadas o concienzudas. Pero el que la lleva la entiende y si durante la semana, desde diversos frentes, prácticamente se exigía a Emery que tirara el partido del Camp Nou, que presentara a los juveniles y pensara en la Copa, el entrenador donostiarra demostró que sabe perfectamente lo que se hace con esta plantilla y a punto estuvo de volverse de la Ciudad Condal con algún punto inesperado.
Decía Emery en la previa que, si le aseguraban que tirar el partido supondría el pase a la final de la Copa del Rey, lo haría. Pero el fútbol ficción no existe más que en la cabeza de los aficionados, que lógicamente cuentan con muchos menos elementos de juicio que un señor que desde principios de enero ha demostrado una gestión impecable de los recursos, muchos o pocos, con los que cuenta.
El cómo es un elemento importantísimo en el fútbol. Claro que lo principal son los resultados, pero el buen juego enaltece un triunfo y el mal juego ahonda en la herida de la derrota. No hace demasiado tiempo que el Sevilla tiró una vuelta de la Supercopa de España en el mismo escenario de anoche tras llevar una renta de 3-1, conseguida con mucho sudor en la ida. La excusa era que la guerra del Sevilla estaba en la vuelta de la eliminatoria previa de la Liga de Campeones ante el Sporting de Braga que debía disputarse tres días después en el Ramón Sánchez-Pizjuán. La historia ya es de sobra conocida. El Sevilla perdió la Supercopa de España haciendo el ridículo, pero los titulares descansaron mucho, algo que no sirvió para nada más que para que los rumores de destitución de Antonio Álvarez empezaran a escucharse por Nervión.
Anoche la historia fue distinta. Emery introdujo cambios, puesto que el competir no está reñido con la irresponsabilidad. Dispuso sobre el césped al portero que utilizará el miércoles, puesto que un golpe con el poste, una sobrecarga o una torcedura de tobillo pueden aparecer en el Camp Nou, en la ciudad deportiva o en el cuarto de baño de un domicilio particular con un díscolo bote de colonia. Nada de eso pasó anoche.
Lo que sí pasó es que los dos centrales que tendrán que jugar en la Copa del Rey disputaron 90 minutos juntos, ganando automatismos e, incluso, marcando el gol uno de ellos. Sucedió que Coke demostró que se está asentando en el lateral derecho cada día que pasa, demostrando que ahora mismo es el titular y sacando la sonrisa de todo aquel sevillista que viera por televisión el bigote que lució.
En el centro del campo, medio tiempo para Medel y medio para Kondogbia. Descanso y minutos para coger ritmo a partes iguales. Y en la delantera, Jesús Navas con el depósito de gasolina hasta arriba, Reyes descansando para darle la oportunidad a un Manu del Moral que no termina de cogerle el aire a la temporada, y una hora para que Babá demostrara que, por muy claras ocasiones que falle, como pasó anoche, Negredo no tiene recambio en este Sevilla.
Y eso fue todo. Ni lesiones ni dramas. Al contrario, mal sabor de boca por perder un partido que estuvo cerca, pero orgullo por dar la cara en el estadio del mejor equipo del mundo. Lo que importan son los puntos, por supuesto, y las sensaciones no se contabilizan en la clasificación. Pero la sensación de acudir a la ciudad deportiva a entrenar con el contador de la rabia por las nubes por la oportunidad perdida es mucho más interesante, a la hora de preparar el partido del miércoles, que si anoche, por poner un ejemplo, el Sevilla hubiera hecho el ridículo que hizo en el Bernabéu. Pese a todo, si el Sevilla no se mete en la final de Copa, habrá quien lo achaque a no haber ido al Camp Nou con los juveniles. De igual modo, si se clasifica, nadie se acordará de la semana previa a la visita al Camp Nou. A lo mejor Emery, por no haber sacado a los titulares...
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