Cuando la prueba es el camino
Paso a paso El Sevilla quiere que su estreno copero sea firme para no ensuciar las ilusiones que despertó el sorteo Examen Míchel empuja a escena a un Reyes que debe despegar ya
El torneo de la ilusión se pone hoy en marcha para un equipo que, casi sin proponérselo, ha llegado a generarla particularmente con su comportamiento en dos partidos de fútbol en el final del mes de octubre, frente a Real Madrid y Barcelona. El Sevilla de Míchel, fiel a la idiosincrasia de una afición y una ciudad que se rige sólo y exclusivamente en demasiadas ocasiones por el último resultado, ha tenido elevados los índices de moral de su gente hasta hace bien poco, hasta justo antes del partido de Zaragoza, por poner un ejemplo, y olvidar el de Vigo con el bálsamo del 3-2 al Mallorca. Hasta el punto de que incluso el mismo José María del Nido, decía esta semana en una peña que el Sevilla tiene plantilla para "luchar con los grandes por un puesto alto en la tabla e intentar conseguir el título de Copa".
Mucha culpa de esto lo tuvo el resultado de un sorteo en el que muchos han querido ver un camino más plácido que en la últimas ocho campañas, paradójicamente cuando en la primera ronda tiene enfrente a un equipo de Primera División y no de Segunda B como le ha correspondido estos años por derecho propio debido a su condición de equipo europeo.
Como ya no lo es, el Espanyol -también pudo serlo un rival de la Liga Adelante- es el enemigo esta noche y eso, sólo eso, debería pararle los pies a quien en el mismo instante de acabar el sorteo ya veía al Sevilla de Míchel con posibilidades de estar en la final por el sencillo hecho de que no se cruzaría en el camino de ningún grande -si se decide no incluir en ese compartimento al Atlético de Madrid- y ni siquiera de otro rival de ese segundo escalón que puedan formar Málaga, Valencia o Athletic. Sí está el peligro del citado Atlético, con su estandarte en los goles de Falcao, o el rival menos deseado, el Betis, que convertiría la Copa en una atracción de primer orden en la ciudad que traspasaría el fútbol.
Pero el resultado de ningún sorteo puede generar una euforia como la que casi hacía suya buena parte del sevillismo el día que, haciendo cuentas, se conocía que Deportivo, Zaragoza o Valladolid podían ser los obstáculos de los de Míchel en el camino a una final que de momento es una mera hipótesis, sobre todo si el mismo día que se conocían los cruces el primer equipo sevillista, el de los profesionales y varios internacionales en sus filas, no era capaz de derrotar en un partido de entrenamiento al equipo juvenil, con futbolistas de primer año, con 16 en el carné de identidad, que sacaban los colores a jugadores contrastados .
El fútbol, mientras no se demuestre lo contrario, lo practican once contra once e inicialmente sus resultados finales no atienden a ninguna ventaja escrita y predeterminada. Y como tampoco ninguna dice que el Sevilla tenga la seguridad de que va a eliminar al Espanyol, de nada vale pensar ahora si tal o cual equipo será el más duro en tal o cual ronda, ya sea octavos, cuartos o semifinal.
Se supone y es de esperar que así es como piensan los profesionales. Que todo lo demás, las cuentas de la lechera, son suposiciones y conjeturas de gente ajena al fútbol que necesita fabricarse una ilusión y alimentarla. El Sevilla inicia su andadura copera y sólo ha de pensar en los 90 minutos que tiene por delante. Ni siquiera el partido de vuelta -no llega hasta dentro de un mes- puede aparecer hoy en la cabeza de los blancos. Así que pensar en el rival de semifinales es jugar a inocentes adivinos.
Siguiendo la secuencia trazada por los de Míchel, hoy debe tocar la imagen buena, esa cara que muestra en casa, donde se envalentona ante cualquier revés, y no la triste y descorazonadora de sus desplazamientos. Si el Sevilla mantiene esta tendencia al desequilibrio (positiva en Nervión y negativa a domicilio), la eliminatoria se dilucidará por un mínimo detalle, por un gol, por un golpe de suerte, por una tanda de penaltis... Y nada de eso le conviene al equipo que teóricamente es superior en este combate.
Míchel ha vuelto a llamar al orden a Reyes. No se sabe muy bien si para que hoy el utrerano demuestre que está listo para pasar revista o para darlo definitivamente por perdido. Dependerá de él. Es uno de los atractivos del estreno en una competición que ha traído muchas alegrías a los aficionados, entre ellos a quien estará en la mente de muchos por su reciente marcha, Manuel Vizcaíno. Otro, el reencuentro de Diego López con la portería. Míchel ha anunciado "pocos cambios", una decisión acorde con la importancia que el club y que él mismo le dan a la Copa. El Espanyol, por su parte, todo lo contrario, que tiene un partido clave en la Liga el domingo y que dosificará esfuerzos. Ni una cosa garantiza la primera cuestión; ni la otra, la segunda. El fútbol es fútbol y la Copa es la Copa. Sea el sorteo que sea.
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