El desacierto tiene muchos apellidos
zaragoza - sevilla · el otro partido
La concatenación de errores en defensa y ataque condenan al Sevilla en La Romareda. Botía y Medel pasaron de anhelados a señalados, mostrando que los males del equipo no dependen sólo de los nombres.
En este Sevilla fallan absolutamente todos los jugadores. Unos más, otros menos, pero fallan todos. Y en partidos como el de ayer, más aún, puesto que en La Romareda fueron muchos los jugadores del Sevilla que no estuvieron al nivel que se les presupone ni al que supuestamente les ha otorgado el ser indiscutibles en el once titular.
Para empezar, Botía y Medel pasaron de anhelados a señalados, puesto que no pudieron estar más desafortunados en los dos goles del Zaragoza. El central regresaba tras cumplir ciclo por amonestaciones y, en principio, debería dotar a la zaga de la seguridad y sobriedad que no tuvo en la primera mitad ante el Mallorca. Si se considera que ese día, tras esos primeros 45 minutos, las críticas a Fazio fueron justas, Botía no se puede ir de rositas de un partido en el que llega tarde y con miedo al cruce del primer gol y en el que se arruga con Sapunaru en el segundo. Al final, Míchel lo tuvo que cambiar porque la sombra de la expulsión era muy alargada y dio precisamente entrada a Fazio por él. Desde luego que todos los males de la defensa no son culpa del argentino.
El otro señalado fue Medel. Un mes ha estado sin jugar el chileno y en ese tiempo el Sevilla cayó derrotado en Vigo y ganó al Mallorca. En esos dos partidos sin Medel se aprovechó para señalar a Campaña. Era lo fácil. Un canterano muy esperado por la afición que no cuaja ningún partido espectacular en las dos primeras oportunidades que tiene. El rival más débil, como aquel famoso programa de televisión. Pues bien, Medel regresó a un centro del campo que debía recuperar con él mordiente, intensidad, presión... Pues nada. Nada de nada. Para colmo de males, un cambio de juego con su pierna mala propicia el 1-0 del Zaragoza que pone el partido muy cuesta arriba. Después hizo la mano que dio lugar al 2-0, recortó distancias con suerte y acabó, con razón o sin ella, con otra amarilla por protestar al árbitro con el partido ya finalizado.
Haciendo un uno por uno de los fallos, Palop volvió a estar horrible con los pies, Cicinho hizo su peor partido desde que llegó al Sevilla, Spahic se vio beneficiado en dos decisiones arbitrales al serle señaladas dos faltas muy dudosas a favor, que de no haber sido pitadas eran ocasiones claras para el Zaragoza. Arriba, Negredo no aprovechó el regalo de Movilla para batir a Roberto con su pierna buena sin ninguna oposición, Babá se trastabilló cuando sólo tenía que encarar a Roberto y Manu del Moral falló una volea franca en el punto de penalti. Fallos de todos y para todos los gustos.
Volviendo a la defensa hay que señalar un hecho muy importante y que dice mucho de cómo funcionan las cosas en este Sevilla independientemente de los nombres. El Sevilla lleva tres partidos consecutivos encajando dos goles. Celta, Mallorca y Zaragoza han perforado las redes de Palop, lo cual es una media demasiado elevada. O lo que es lo mismo, el Sevilla ha encajado en las últimas tres jornadas los mismos goles que en las seis primeras, por lo que el mal es algo que trasciende de los nombres. O no, quizás sea precisamente los nombres con los que el Sevilla cuenta en defensa y las limitaciones de los mismos los que provoquen esta inseguridad, inocencia, candidez o el adjetivo que prefieran. Lo que cuenta es que al Sevilla cualquier equipo es capaz de marcarle con facilidad.
¿Y qué soluciones hay? Para empezar, asumir que el Sevilla, en los dos mejores partidos que ha jugado, no tuvo que llevar el peso del partido, pudo jugar a la contra y estaba extramotivado. Fue ante Real Madrid y Barcelona y quizás ése sea el camino. El Sevilla no tiene jugadores para sacar la pelota tocando desde la defensa ni para llevar el peso del partido con personalidad. Tiene otras virtudes, pero cuando no las aprovecha, todo se vuelven defectos. Y ahí, es cuando fallan todos.
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