Antes y después de Las Gaunas

Un rendimiento con clímax ante el Madrid que se corrompió al ir sin permiso a su país.

Antes y después de Las Gaunas
Antes y después de Las Gaunas
J. A. / Sevilla

09 de octubre 2012 - 05:02

Quien vio jugar a Maradona en el Sevilla no puede decir que su rendimiento fuera un fracaso. Físicamente bien o físicamente mal, en lucha continua con la báscula, siempre dejaba detalles. Su calidad estaba presente siempre. Otra cosa fue que no cumpliera las expectativas, pero en todo tuvo que ver lo extradeportivo, la relación con la directiva que se fue pudriendo por momentos, la aparición del detective privado y todo lo demás que puso fin a la historia.

Una historia que empezó el 4 de octubre en Bilbao, donde hizo su debut oficial. Estaba ilusionado. Se hicieron famosas las imágenes de un Diego en chándal antes del partido en el césped junto a sus compañeros maravillado con la arquitectura de San Mamés. Bilardo lo puso titular, el Sevilla se adelantó antes del descanso con un gol de Marcos, pero el Athletic remontó. Cuando lo sustituyó Cortijo el marcador era 1-1. Ciganda selló la derrota blanca en el minuto 89. Sólo tres días después, un miércoles, debutaba en Nervión en un choque ante el Zaragoza televisado por Canal Plus. El Sevilla ganó, él marcó de penalti y dejó la imagen de la estrella dándole pataditas a una bola de papel de aluminio cuando se dirigía a poner en juego un saque de esquina.

Eran los primeros detalles, pero Maradona alcanzó su mejor nivel físico hacia diciembre. Hizo su aparición en un partido de Copa ante la Ponferradina estilizado, sin la abundante melena con que llegó... Asombró a toda España en un Sevilla-Real Madrid en el que los de Bilardo ganaron por 2-0 con goles de Suker y Marcos. Rápido, intuitivo, generoso... Definitivamente, Maradona había regresado, la selección volvía a reclamarlo y el sevillismo estaba exultante. Ese día Míchel, junto a Prieto, salía expulsado del Sánchez-Pizjuán.

Pero todo se truncó cuando, en víspera de un partido de Liga en Las Gaunas viajó a Argentina sin consentimiento del club para jugar un partido clasificatorio para el Mundial de EEUU. Llegó en un avión privado a tiempo para jugar con el Logroñés, pero el enfado de Cuervas hizo que tanto Diego como Simeone fueran multados. Desde ese momento, Maradona se siente traicionado. Deja de acudir a los entrenamientos, descuida su forma física y empieza a protagonizar un escándalo tras otro. Fue entonces cuando el Sevilla vio la ocasión de agarrarse a su comportamiento para no pagar los compromisos que había adquirido con Diarma. El informe del detective privado fue crucial para precipitar su salida del Sevilla. Sin olvidar los arrebatos de rabia que organizaban tánganas y tumultos que acabaron dejando en España un poso de equipo marrullero y sucio. Las que se formaron en Tenerife y Cádiz fueron sonadas.

El 13 de junio de 1993, ante el Burgos, Maradona disputaría su último partido con el Sevilla. Un choque decepcionante porque, tras marcar Monchu el 1-0, el empate a falta de un minuto para el final del equipo castellano dejaba a los sevillistas sin depender de sí mismos para entrar en la UEFA -en la última jornada, se les esfumó la clasificación-. Ese día, Diego insultó a Bilardo en el mismo terreno de juego al ser cambiado y tiró con rabia el brazalete, un desencuentro que duraría años.

Diego jugó en el Sevilla 26 partidos de Liga, 22 de titular. Marcó cinco goles, dos de penalti ante Zaragoza y Rayo, otro de falta ante el Celta, uno frente al Sporting con una bonita volea tras recibir de espaldas a portería y darse la vuelta y otro ante el Albacete. En la Copa, Maradona cantó gol en un choque ante el Alcázar y otro frente al Mérida de penalti, ambos en Nervión. En el torneo copero disputó cuatro partidos, todos como titular.

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