Consagrados al 'carpe diem'
Los terroríficos pronósticos para la segunda mitad de la semana dejan un miércoles con gran cantidad de público apurando una jornada plena en lo cofradiero.
Apretando los ojos como para detener el tiempo, aspirando el azahar de San Lorenzo al paso del Buen Fin sin pensar en el mañana, abonado al cortoplacismo, renegando del futuro, anclados en el presente de una Piedad sin lirios, entregados a la Virgen artillera de San Bernardo con la cornetería de Coronación de la Macarena ante la Virgen candelaria. Disfruta del miércoles, que el futuro es peor. Carpe diem. Lo de esta Semana Santa es como deshojar la margarita. Un día no llueve, uno sí, un día no llueve, uno sí... El cielo panza de burra del miércoles permitió una jornada plena. Nueve cofradías de nueve en la calle. Pero para hoy... Temida amanecida.
Si hubiera que enseñarle a un visitante la Semana Santa con una sola cofradía, una apuesta segura sería la Amargura. Y si es de regreso por una calle estrecha, mejor. "Esto es la Semana Santa, he aquí la Semana Santa". Y si hubiera que explicarle qué es una cofradía de barrio, la apuesta inequívoca sería la de San Bernardo, la cofradía larga que serpentea por Muñoz y Pabón hasta alcanzar la umbría Plaza de la Alfalfa, donde el Ayuntamiento ha pecado de cutre al cercar el paso al chiqui-park con un cajón de madera, lo que equivale a esconder las pelusas debajo de la cama porque vienen visitas. A San Bernardo hay que dedicarle media jornada del miércoles. La merece. Acompañarla como los cofrades viejos desde lo alto del puente hasta que se mete en el centro, disfrutar de los lirios salpicados en el monte de claveles rojos del Cristo de la Salud, tener la suerte de que el palio se mezca a los sones de Desamparo y Abandono a la altura del convento de Madre de Dios, contemplar los cientos de nazarenitos que jalonan su cortejo...
Al paso de la Sed raro es el año en que quienes han pasado los 50 en el documento nacional de identidad no recuerdan el pasado de la cofradía de Nervión visitando la cárcel los Viernes de Dolores. Hay una generación de sevillanos que no olvida a aquellos nazarenos sin cartón que hacían estación en las vísperas, cuando las vísperas no tenían delegado en el Consejo -ni falta que le hacían- y lo de desplazarse a ese Nervión histórico suponía toda una hazaña. Ese recuerdo al paso del Cristo de los ojos abiertos es todo un clásico. El paso de Cristo entró en la Plaza de San Francisco a redoble de tambor. Cosa rara...
El público de la carrera oficial está mosca este año a cuenta de la prohibición taxativa de meter los cochecitos de bebé en las parcelas de las sillas. Los padres de niños pequeños ya han protagonizado varias broncas en determinados accesos de Sierpes y la Avenida. Los empleados lo pasaron mal otra vez ayer: "Señora, me han dicho en el Consejo que si ven un carro dentro me echan". Al personal le cuesta trabajo dejar el carrito en los aparcamientos creados al efecto, donde el depósito cuesta un euro. Hay pasajes de Sierpes donde se han organizado improvisadamente zonas de estacionamiento de los cochecitos. Otro motivo de bronca es que los empleados no dejan pasar sin abono a los niños mayores de cinco años. Ahí las trifulcas son ya considerables.
Como considerable debe ser el esfuerzo de los nazarenos de la Caridad del Baratillo, de tres en tres por Velázquez y soportando el olor a adobo de la taberna próxima. Al paso de palio le tocaron Madrugá Macarena tras dejar el Santo Ángel. Casi mejor haber optado por el redoble de tambor.
La parcela de sillas de la Plaza de la Encarnación sigue siendo un auténtico fracaso, cuya única utilidad ha sido generar titulares de prensa en las vísperas de la Semana Santa. Y, mientras, la Sevilla real y espontánea ha hecho suyas las grandes escalinatas de las setas, convertida en una suerte de tribuna del bocadillo a media tarde, como se pudo comprobar al paso de Madre de Dios de la Palma a los sones de Sevilla Cofradiera, fusión de clasicismo y supuesta modernidad. Como también se pudo comprobar que eso de cambiar de recorrido para evitar la Encarnación suena bastante mal. Si las cofradías tuvieran que sortear cada adefesio que se ha construido en el casco antiguo en las últimas décadas tendrían que ir en helicóptero hasta la Puerta de San Miguel.
La noche del Miércoles Santo se echa en el centro con los pasos de la carrera oficial atestados de público. Con un cien por cien de pronóstico de lluvia para las dos jornadas posteriores (que son tres cofradieramente hablando), hay que exprimir el presente.Tempus fugit. Ironías del destino, si la Semana Santa se hubiera celebrado justo una semana antes, hubieran salido absolutamente todas las cofradías. Por el momento, nueve cofradías han dejado de hacer estación. Y los presagios son la mar de negros.
No por mucho apretar los dientes se detuvo el tiempo. Se fue el Cristo de los toreros noche abajo buscando el arrabal con su fina cornetería. Hasta el Carpe diem tiene caducidad. Todo se acaba.
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