Una madrugada vespertina
Cofrades por el mundo
Javier Ybarra lleva tres años viendo pasar al Silencio por la Campana cuando son las seis de la tarde del Jueves Santo en Boston · Sus hijos son los primeros hermanos norteamericanos de la archicofradía.

Ver al Silencio por la Campana al olor del café de la tarde. Así ha vivido las últimas Madrugadas la familia de Javier Ybarra, un sevillano que lleva tres años residiendo en Boston, ciudad estadounidense y capital de un estado de complicada escritura: Massachusetts. La diferencia horaria logra uno de esos desajustes tan inimaginables como curiosos: el sol inunda la otra orilla del Atlántico cuando la noche es plena en la ciudad hispalense. La imagen se ha convertido en todo un clásico dentro de su hogar: padre, madre e hijos se reúnen delante del ordenador para ver la retransmisión que los distintos canales de internet realizan del paso por la carrera oficial de la archicofradía con la que está entroncada "desde tiempo inmemorial" la dinastía de los Ybarra. Allí en Boston son las seis de la tarde del Jueves Santo, festividad que ni siquiera viene marcada en rojo por el calendario. Su celebración se reduce a los oficios religiosos en las iglesias cristianas. Ni el menor atisbo de Semana Santa en las calles. La vida discurre tan normal, tan cotidiana como siempre.
Javier Ybarra pertenece a la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, vulgo El Silencio, desde su nacimiento. No podía ser de otra forma. Tataranieto, nieto, hijo y hermano de hermanos mayores, este sevillano difícilmente hubiera pensado alguna vez que acabaría viendo en directo su cofradía al otro lado del charco y a plena tarde. Su vida ha estado ligada a esta hermandad desde la niñez. Con siete años salió de paje delante del paso de María Santísima de la Concepción. Luego, a los 14, "como es preceptivo", lo hizo de nazareno, túnica que lleva tres años sin vestir desde que vive en la antigua capital de Nueva Inglaterra. Allí se trasladó en 2008 con su mujer, Julia (oriunda de Boston), y sus dos hijos: Javier y Thomas, de 5 y 3 años, respectivamente. Luego llegaría Eduardo. Los dos primeros ya están apuntados a la hermandad, mientras que el tercero, que nació en tierras estadounidenses, será inscrito la próxima vez que viajen a Sevilla. Los tres tienen doble nacionalidad, por lo que el padre afirma que "son los primeros hermanos norteamericanos del Silencio".
No es la primera vez que Javier Ybarra reside en el extranjero. Ya lo hizo años antes en Santiago de Chile, donde ejerció de abogado, al igual que en España. Luego regresó a Sevilla, donde se casó con su mujer. Ya en Boston adquirió un negocio de restauración, compra y venta de muebles mid-century, esto es, aquéllos fabricados a mitad del siglo pasado, un género que es muy solicitado en EEUU para decorar las casas. Este cambio profesional se debe al interés que Javier siempre tuvo por la ebanistería. Su esposa sigue trabajando como abogada para ForbesGallagher.com. El próximo curso Javier, Thomas y Eduardo estudiarán en un colegio público donde se imparten clases en inglés y español para que no pierdan el vínculo con la cultura de su padre.
Durante estos tres años de exilio, tanto Javier como su mujer han comprobado las diferencias entre una ciudad y otra. "Son enormes", aseguran. La vida, en general, es más cara, pero también son más elevados los sueldos. Lo mejor: las oportunidades laborales que ofrece esta ciudad, convertida desde hace tiempo en una gran metrópolis.
La cuaresma pasa desapercibida allí. La rutina lo envuelve todo. No hay síntomas de vísperas. Y eso es lo que más extraña un cofrade como Javier cuando en su ciudad natal la primavera brota en las calles. "Lo que más echo de menos son los olores: el azahar, el incienso, la cera fundida en los pasos, todo lo que rodea a la Semana Santa...". Siempre alberga una esperanza: "Cuando acabe mi aventura americana volver a disfrutar de esta fiesta como en tiempos pasados, porque lo esencial no cambia mucho". Reconoce no afanarse demasiado en explicar la Semana Santa sevillana a sus vecinos: "Si enseñara la foto de un nazareno se creerían que es un miembro del Ku Klux Klan". Por este motivo, prefiere vivir estos días de pasión y muerte en la intimidad del hogar, delante de un ordenador y al aroma del café. Viendo al Silencio en Sevilla con el cotidiano ruido de Boston al fondo. Madrugada vespertina.
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