El milagro de Madre María de la Purísima

Religión La beatificación de la superiora de las Hermanas de la Cruz

Ana María, una niña onubense de 10 años, centra toda la causa de la beatificación de la monja el próximo 18 de septiembre

Un momento de la mesa redonda celebrada anoche en la sede de Cajasol.
Un momento de la mesa redonda celebrada anoche en la sede de Cajasol.
Juan Parejo

15 de junio 2010 - 05:03

"Cuando las Hermanas de la Cruz me dieron la estampa de Madre María de la Purísima la cogí y pensé: si es verdad que eres santa sólo te pido que mi hija me vea y me reconozca, no te pido más". Quien así habla es Paloma Casado, madre de Ana María, la niña del milagro de Madre María de la Purísima. Paloma estuvo anoche en una mesa redonda en la que se habló de la vida y obra de la superiora de las Hermanas de la Cruz que será beatificada el próximo 18 de septiembre en el Estadio de la Cartuja, en una ceremonia que será multitudinaria. Ese mismo día, la pequeña Ana María, que ya tiene 10 años, recibirá su primera comunión.

Esta niña es el centro de toda la causa de la beatificación. La historia comienza en el año 2004 en La Palma del Condado (Huelva). La noche del 24 de enero, la niña, que tenía sólo 3 años, se sintió mal y se desvaneció. Ahí empezó un angustioso transitar que llevó a la pequeña a ser ingresada en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, a donde llegó tras sufrir un fallo multiorgánico. El pronóstico de los médicos fue demoledor: a Ana María se le había roto el cable de un marcapasos que tenía desde pequeña y le había generado una parada cardiorrepiratoria. A los dos días, los médicos la pudieron volver a conectar a un nuevo aparato, pero ya era víctima del síndrome de Stoke-Adams, un edema agudo de pulmón y de secuelas neurológicas por la falta de oxígeno en el cerebro. "Mi hija se quedó en un estado en el que no conocía a nadie. Parecía que no era la misma. Yo me resistía a que se quedara así. No lo podía aceptar".

Paloma tenía mucha devoción a las Hermanas de la Cruz, aunque no había oído hablar de Madre María de la Purísima: "La he conocido con el alma y desde entonces es mi espejo, mi pañuelo de lágrimas y mi intersección para acceder a Dios". Después de las noticias de los médicos, puso todo su empeño en que las monjas vieran a su hija. "Nos visitaron y de una carpeta que llevaban sacaron una foto de Madre María de la Purísima y me dijeron que me encomendara a ella. Yo no sabía quien era. Cogí la estampa y la niña le dio un besito".

Las consecuencias no se hicieron esperar. Fue una mejoría instantánea y la niña comenzó a recordar: "Tú eres mamá Paloma, ella la abuela Dolores, y la tita Marita, empezó a decir. Salí a la calle gritando que era un milagro".

Pero ahí no quedó la cosa. La pequeña había vuelto a comunicarse pero no era capaz de mantener una conversación hasta que la abuela le rezó una novena a Madre María de la Purísima: "La noche que la terminó el abuelo pasó por la casa y la escuchó hablar. Era como si no hubiera pasado nada. Tenía la estampa de la monja en la mano y le dijo que esa era quien la había curado".

Manuel Nieto, jefe del equipo médico que atendió a Ana María, reveló anoche que hay cosas que se le escapan a los médicos "y lo de esta niña fue algo excepcional, con una evolución no previsible. Determinar si es un milagro, o no, es labor de la Iglesia, no nuestra".

La situación desde el punto de vista científico era muy clara: "Una persona puede vivir de 3 a 5 minutos con el corazón parado. El último órgano que muere es el cerebro, y que llegara al centro de salud tras más de 10 minutos y respondiera ya fue heroico. Al hospital llegó tras 90 minutos y en un estado muy malo".

La evolución de la pequeña fue milagrosa, según concluye la Iglesia tras aquel encuentro con las Hermanas de la Cruz. El próximo mes de septiembre, Madre María de la Purísima y Ana María se volverán a encontrar en el día de la beatificación de la que fuera madre superiora.

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