El Centro de Estimulación Precoz del Buen Fin duplica su capacidad

Se ultima el proyecto de obras para su traslado a las antiguas estancias del convento de San Antonio antes de que acabe el año.

Una de las terapeutas trabaja con la pequeña Irene, de 18 meses.
Una de las terapeutas trabaja con la pequeña Irene, de 18 meses.
Juan Parejo

09 de marzo 2014 - 05:03

Un salto cuantitativo. El Centro de Estimulación Precoz de la Hermandad del Buen Fin duplicará su capacidad con el traslado de sus instalaciones al convento de San Antonio de Padua, previsto para este mismo año. Actualmente, el centro se encuentra en un local de la calle Cristo del Buen Fin, junto a la casa de hermandad, que se ha quedado absolutamente pequeño. En sus 140 metros cuadrados se atiende a casi 350 niños en un horario continuado de 08:00 a 21:30. El nuevo espacio, que se pretende inaugurar antes de que acabe el año, les permitirá disponer de 450 metros cuadrados distribuidos en tres plantas. Con ello, pretenden adecuar los horarios y poder atender a más pequeños.

La hermandad ya tiene preparado un anteproyecto para remodelar el convento que, como la iglesia, les ha cedido la comunidad de frailes franciscanos. Con el cambio dispondrán de diez salas de tratamiento, el doble de las que hay actualmente, una estancia para trabajar la psicomotricidad, un espacio que dedicarán a la formación de los padres, además de las habituales salas de espera y la recepción. Todo ello con los últimos adelantos. "Tenemos que remodelar el convento entero. La estructura está en buen estado, pero no nos sirven la actual distribución ni las instalaciones. La intención es que este mismo año esté en funcionamiento. El desarrollo de las obras no debe extenderse más de seis meses", explica Javier Vega, director del centro.

El presupuesto que manejan para la remodelación y el traslado es de 200.000 euros. El estudio previo al proyecto de obras lo ha realizado un aparejador hermano y ahora es el arquitecto quien está analizándolo para redactar el proyecto de obras definitivo y pedir la licencia de obras. Queda la búsqueda de la financiación: "Nos encontramos en esa fase. Estamos llamando a las puertas de donantes e instituciones para que colaboren con nosotros".

En la nueva sede se podrá dar una mejor atención a los niños y los padres, y también los propios terapeutas disfrutarán de mejores salas para ellos mismos. Aunque la capacidad de atención se multiplicará por dos, la intención de la dirección del centro es ir incorporando nuevos menores, aunque lo quieren hacer sin prisas: "Siempre tenemos niños esperando para entrar en el centro, aunque no como para duplicar las atenciones. La idea, en principio, es quedarnos como estamos actualmente e ir creciendo en función de las necesidades que tengamos. Estamos preparados para ello".

En el Centro de Estimulación Precoz Cristo de Buen Fin trabajan actualmente 12 profesionales titulados, 10 de ellos especialistas en Psicología y Estimulación Precoz, uno en Fisioterapia y uno en Logopedia. Además, hay cinco voluntarios que trabajan en la gestión y cuatro vocales de la hermandad. El presupuesto anual es de 300.000 euros, una cantidad 1,5 veces superior al presupuesto de la propia hermandad. Los ingresos se obtienen por diferentes vías: aportaciones de la propia hermandad a través de la bolsa de caridad y sus hermanos; los socios protectores que realizan unas aportaciones anuales, entre los que se encuentran las hermandades de la Soledad de San Lorenzo y las Penas de San Vicente, que aportan dinero cada año, o San Benito, que lo suele hacer con bastante frecuencia; y las ayudas de las administraciones públicas, fundamentalmente la Junta de Andalucía, donaciones de personas, entidades e instituciones privadas de todo tipo.

El Centro de Estimulación Precoz Cristo de Buen Fin se puede considerar la obra social específica más longeva de las cofradías sevillanas. Su origen se remonta 32 años, al 1 de octubre de 1982, cuando fue inaugurado. "Surgió por la inquietud de dos hermanos, médicos especialistas en este tipo de cuestiones. Uno de ellos, Sebastián Barrera, entró en 1982 en la junta de gobierno como diputado de caridad. Conocedor de la situación, plantea que no existen tratamientos gratuitos específicos y propone crear un centro para todos esos niños que no pueden acudir a una consulta de pago".

Así echó a andar el centro de una manera "muy doméstica" para atender a esos menores desde los 15 días a los 6 años. Los comienzos fueron en la sala capitular, con dos hermanas que se encargaban de atender a cuatro niños. A los seis meses ya tuvieron que buscarse un local y se vieron en la necesidad de contratar personal. En 1993 se trasladaron a los locales actuales, remodelados en 2002. El crecimiento ha sido espectacular, hasta el punto de que el centro está considerado como el mejor de su clase de Sevilla. "A los niños los diagnostican los pediatras que son los que dictaminan si hay que hacer un tratamiento y nos los derivan a nosotros. Hacemos una valoración de cada niño para ver cuál es el tratamiento más adecuado".

Los niños acuden por lo general una hora a la semana y siempre acompañados de los padres para que comprueben cómo es el tratamiento y puedan continuar con la labor en sus casas. El director del centro, Javier Vega, destaca la gran valía de todo el personal: "Los resultados son muy buenos. Los terapeutas tienen mucha experiencia y vocación, porque es un trabajo constante el que hay que realizar. No es fácil. Tenemos mucha suerte porque llevan muchos años trabajando con nosotros. No es de extrañar que los pediatras manden a los niños al Buen Fin".

En el año 1996 eran tres los especialistas contratados. En 2005, se duplicó esa cifra para atender a los 150 menores de entonces. Desde 2010 son 12. Trabajan en turnos de mañana y tarde. Cada uno de ellos tiene a su cargo a una serie de niños. Se hacen seguimientos personalizados y cada menor tiene su historial para ver cómo es la evolución. Una de esas profesionales es María José Sánchez. Es pedagoga y lleva ocho años en el centro. Relata cómo es su trabajo y se muestra muy ilusionada, como el resto del personal, con el próximo traslado: "Yo me encargo de los tratamientos como especialista en atención temprana y, concretamente, los relacionados con el retraso en el lenguaje. Aquí ofrecemos un programa globalizado a los niños, siempre atendiendo todas las áreas del desarrollo". En general, se admiten en el centro a niños que no pueden acudir a una consulta privada con diagnósticos de encefalopatía, macrocefalia, hipoacusia, síndrome de Down, síndrome de West, retraso psicomotor, etcétera.

Gracias al cambio de sede, el Buen Fin continuará engrandeciendo su nombre con esta magnífica y nunca suficientemente reconocida obra social.

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