Redford presenta fuera de concurso 'The Company You Keep'
Festival de Venecia
El veterano cineasta retrata a un grupo de radicales estadounidenses tres deécadas después de sus más sonadas andanzas.
Aunque todo en The Company You Keep, la película que enseñó este jueves en la Mostra, recordaba al cine de otra época, Robert Redford dio una rueda de prensa sumamente política y actual en la que advirtió sobre la inevitabilidad del cambio y apoyó con vigor a la administración de Barack Obama. "La voluntad de cambio es sana y, en este momento, inevitable. Ahora en Estados Unidos hay dos maneras de asumir la situación: la de Obama, que asume que hay que cambiar y busca la manera más positiva de hacerlo, y la de aquellos que tienen miedo al cambio, porque les dejará atrás. Ellos crean una situación muy triste en la actualidad estadounidense", explicó el actor, de 76 años.
Precisamente, "no hace falta ser el hombre del tiempo para saber en qué dirección sopla el viento", de la canción de Bob Dylan, era uno de los eslóganes de The Weather Underground, el grupo de izquierda radical que Redford retrata en su film, responsable de ataques violentos como protesta por la guerra de Vietnam. The Company You Keep, presentada fuera de concurso en Venecia, no recrea aquellos ataques con víctimas mortales, sino que presenta a los personajes treinta años después, cuando su vida en la clandestinidad se desmantela al ser uno de ellos descubierto por el FBI.
Susan Sarandon, Julie Christie, Nick Nolte, Chris Cooper y, rompiendo la tónica, el joven Shia LaBeouf, acompañan a Redford en este intento, a veces demasiado desfondado, de remover conciencias a la vieja usanza pero con el nuevo escenario. Y a Redford, para quien éste es su primer viaje al Festival de Venecia, le cuesta también aceptar el cambio y asumir que ya no da la talla como héroe fugitivo, pues intenta resucitar el nervio de sus intrigas políticas de los 70, cuando triunfaba con Todos los hombres del presidente o Los tres días del cóndor.
No se puede negar, en cambio, que aunque flaquee en lo físico en la gran pantalla, mantiene con vigor su planteamiento ideológico en las comparecencias ante los medios. "Los radicales de los 60 tenían ideas correctas y sus intenciones eran buenas. Yo empatizaba con ellos", aseguró quien forjara su mito en el séptimo arte con títulos como Dos hombres y un destino, sobre los forajidos Butch Cassidy y Sundance Kid, o Las aventuras de Jeremiah Johnson, en la que se alejaba de la civilización para convivir con la naturaleza. "Aquellos radicales iban en contra de la hipocresía, de un poder que les estrangulaba en vez de potenciarles", añadió, aunque luego el film discuta si las formas fueron las correctas y, además, si sus vidas personales no pagaron un precio demasiado alto por su compromiso con una causa.
"Lo que más me interesa de mis personajes es la vida personal pasados tantos años. ¿Cuáles han sido los sacrificios que tuvieron que hacer? ¿Cómo se sienten después de haber tenido que cambiar su identidad? ¿Se arrepienten? ¿Lo consideran fruto de la pasión juvenil o de la fiebre de una época? ¿O lo volverían a hacer quizá de otra manera?", planteó el legendario actor. "Esta película es, en realidad, la historia de lo que puede llegar a hacer un hombre por mantener a salvo a su hija", resumió el ganador de un premio Oscar por su debut tras las cámaras con Gente corriente e impulsor del cine independiente americano de los años 90 con su festival de Sundance.
Sin embargo, aunque su personaje es el más moderado en sus posturas, también da voz a otros espíritus más irredentos, como el de Julie Christie, quien se niega a entregarse a la justicia hasta que los millonarios y los corruptos lo hagan. "Suscribo totalmente esa idea", remarcó el actor de El golpe. "Los muy muy ricos siempre acaban sobreviviendo, incluso cuando parece que Wall Street está sufriendo recortes. Siguen ahí, todo les va bien y siguen manteniendo el poder por algún tipo de razón, mientras el resto sufre. Para mí, las convenciones de los republicanos se dedican, justamente, a esa gente que no supone más que el uno por ciento de la población de Estados Unidos", añadió.
Finalmente, el único flanco por atacar era el de la prensa de hoy en día. "En mi generación el periodismo era diferente. No había internet ni ordenadores, que aunque han engrosado el flujo de información hacen que, a veces, sea difícil distinguir la verdad cuando cien canales distintos te están diciendo cuál es", concluyó
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