Un palo para el golf

Los campos andaluces sufren pérdidas generalizadas superiores al 10% con respecto al año pasado por la disminución de los clientes y de su poder adquisitivo

Jorge Garret

02 de noviembre 2008 - 09:52

Reacción en cadena: causa en el norte de Europa, efecto en el sur de España. La economía de Islandia sufre un colapso sin precedentes en el que se doblan las cuotas de los préstamos, los precios suben un 30%, se esfuman los ahorros y se prevén despidos masivos. Malos tiempos para hacer turismo. El pequeño touroperador islandés Heimsferdir, que fleta cada temporada una decena de vuelos entre Reikiavik y Jerez con grupos de unos 80 jugadores de golf, se ve obligado a dejar la operación en el aire. Y Víctor Sáez, director comercial de Costa Ballena Golf, en Rota (Cádiz), que ha dedicado años de esfuerzo a atraer y fidelizar este cliente, no sabe a estas alturas de año si figurará en su cuenta de resultados. “¿Que si está afectando al sector? Está claro que sí”.

La multicrisis ha sido un palo para el negocio del golf en Andalucía y para las perspectivas de desarrollo de esta industria, liderada por más de 90 complejos turísticos (una cuarta parte de los que hay en el país). “Estamos en una situación delicada, un momento de ajuste”, opina Ignacio del Cuvillo, director de Guadalmina Club de Golf, en San Pedro de Alcántara (Málaga), o “en un escenario general de pérdidas”, valora Emilio Lustau, presidente de Atlantee Golf, una plataforma de comercialización de once campos de la provincia de Cádiz.

Este año hay menos jugadores procedentes de otras regiones de España, de los países nórdicos y, sobre todo, del gran mercado del destino, Reino Unido. Además los turistas que se deciden a viajar tienen menos capacidad de gasto, en un segmento que justo se ha caracterizado por su fecunda cartera. Y al mismo tiempo se reducen vuelos en muchos aeropuertos –factor que trae de cabeza a la costa occidental– y los paquetes para llegar a Andalucía son más caros por el alza del combustible.

El caso de los viajeros británicos (3 de cada 10 jugadores en Andalucía) es más preocupante porque a la pésima coyuntura económica se une la devaluación de la libra con respecto al euro. Para ellos jugar al golf en la Costa del Sol es cada vez más caro. Por eso se fijan en destinos como Turquía, Suráfrica y hasta Florida, en Estados Unidos. “El alemán es un jugador familiar, un mercado más estable... No es como esos grupos de británicos, de seis u ocho ingleses de entre 50 y 60 años, que pasan una semana jugando en la Costa del Sol. Ése es el perfil más afectado por la crisis este año”, concreta el director de Guadalmina, que también es asesor de un plan en Prado del Rey (Cádiz).

Promotur, la asociación de promotores de turismo residencial y deportivo de Andalucía –un centenar de empresas–, estima una caída de la actividad de los campos malagueños de entre un 15% y un 20% con respecto al ejercicio anterior. Su presidente, Ramón Dávila, sostiene que la cifra es extrapolable al resto de Andalucía e incluso superior en algunas zonas, con la salvedad de Sotogrande, el núcleo más lujoso y exclusivo. “Por el cliente al que está dirigido siempre tiene una cierta estabilidad”, analiza Dávila.

El representante de la asociación Atlantee sitúa la horquilla del descenso de la actividad entre un 10% y un 15% en los “destinos tradicionales”, Almería, Málaga, Cádiz y Huelva, aunque matiza que “están respondiendo mejor los campos consolidados que los nuevos, y mejor los de gran calidad que los de menos calidad”.

En el día a día de los departamentos comerciales se tarda más que antes, por ejemplo, en completar las plazas de un campeonato. Ganan enteros el last minute (la oferta de última hora), los descuentos en accesorios y equipamientos y, en algunos casos, hasta las ofertas extremas, que provocan roces entre negocios. Mientras, las tarifas para el próximo año –que no se prevé mejor que éste– se revisan a la baja o, en los mejores casos, ajustadas al IPC.

La crisis ofrece un factor más de desequilibrio entre ingresos y gastos: son los costes de mantenimiento de las instalaciones, la electricidad o los fertilizantes, como ejemplos, con un encarecimiento del 10% que ahora no se puede repercutir al cliente. Los gestores de golf trabajan en reducir estos gastos al máximo, lo que también está provocando la disminución del personal en los complejos turísticos. Lo corrobora Lustau, que también trabaja en la federación andaluza de este deporte: “La creatividad comercial y el control de los costes operacionales, sin que esto afecte a la calidad de los campos, son las dos estrategias que estamos siguiendo a la espera de que escampe”.

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