Los temporeros de la estación

Más de 200 inmigrantes subsaharianos mendigan por la calles de Úbeda durante la campaña de la aceituna En la provincia de Jaén son miles los que viven al raso

Un temporero duerme en la estación de autobuses de Úbeda, con su tendida en un árbol.
Un temporero duerme en la estación de autobuses de Úbeda, con su tendida en un árbol.
Sergio Rodrigo Úbeda

19 de enero 2014 - 05:04

En la cafetería de la estación discuten varios hombres sobre la situación del pueblo, a su alrededor hay varios africanos agotados del campo tomando café y charlando. Vienen a la oliva, pero no todos logran trabajar en ella, muchos acaban mendigando ante la falta de instalaciones. Es un caso cada vez más habitual durante la campaña de la aceituna.

La provincia de Jaén es uno de los territorios más vastos del mundo en producción de aceite de oliva. Y aunque no siempre fue así, con el paso de los años se ha convertido en un motor económico, que recurrió de la población extranjera para su recolección ante la poca mano de obra local.

La situación provoca que cada año sean más los inmigrantes, sobre todo procedentes del África subsahariana, que vengan a pasar varios meses a la provincia de Jaén. Se encuentran en casi todos los pueblos, la mayoría duermen en la calle, y si no están bajo el olivo vareando, transportan sus grandes bultos de pertenencias.

La situación se vuelve especialmente particular en la ciudad de Úbeda. Más de 200 migrantes se reúnen por la mañana en la estación de autobuses del municipio a la espera de un patrón que les ofrezca trabajo en alguna finca. Éste, como si fuese a casa a recoger a sus temporeros, lo hace a las puertas de la estación.

Los inmigrantes usan la estación como su armario: depositan sus pertenencias que se vigilan de unos a otros, hasta que sus compañeros llegan por las tardes de recoger la aceituna. La mayoría vive en las calles, donde las temperaturas nocturnas llegan a los bajo cero durante la campaña de la aceituna, pero nadie les alquila una vivienda, muchos patrones no tienen casas donde alojarlos, y el Ayuntamiento no abre instalaciones públicas para ellos.

Exhaustos del campo, tienen ahora que enfrentarse a la dura tarea de encontrar el lugar más cálido de la ciudad, ya que sus pertenencias deben salir durante la noche de la estación. Los cajeros, cocheras y parques son los más habituales. Muchos están acostumbrados al frío, algunos han pasado largas temporadas escondidos en los montes de Marruecos, pero el riesgo sigue siendo mortal.

La mayoría se alimenta en los comedores abiertos por Cáritas y la Cruz Roja, así lo ha asegurado a este medio Gerard, inmigrante malí. "Yo trabajo en la aceituna, pero no tengo donde vivir, aquí en la estación es desesperante, llevo semanas sin ducharme y mi ropa está sucia" denuncia este temporero que viene cada año de Francia, donde trabaja en la construcción, para la recogida de la aceituna.

Gerard cree que la población en el pueblo es racista y acusa a las instituciones de no abrir un lugar para acogerlos a todos. Los vecinos se ven enfrentados por la situación, incluso entristecidos por verlos en la calle. Algunos de ellos han pedido al Ayuntamiento de Úbeda, gobernado por el Partido Popular, que abriese las puertas del polideportivo municipal ya que el albergue para temporeros está completo.

Sin embargo su alcalde, José Robles, no ha atendido a la llamada de este medio, es más, tras varios intentos para concretar una cita con su jefe prensa finalmente el alcalde no ha expresado su opinión. En noviembre de 2013, Robles dijo que no era lo más oportuno abrir el polideportivo municipal, con el objetivo de evitar un "efecto llamada" de inmigrantes que buscan trabajo en el campo que, a su juicio, se produciría.

Pero el "efecto llamada" del alcalde no se ha producido con la apertura del polideportivo municipal, el boca a boca y las redes sociales como Facebook siguen siendo uno de los elementos de llamada para miles de inmigrantes en toda Europa, que en estas fechas buscan empleo en Jaén.

Es lo que le ha ocurrido a Mamadou, lleva diez días en España y ya está mendigando por las calles de Úbeda. Llegó en un barco clandestino a la isla de Lampedusa hace un año, tiene 25, y estaba huyendo de la ocupación yihadista del norte de Malí. Tras pasar varios meses trabajando en la aceituna de la Toscana italiana decidió venir a Úbeda, donde todavía no ha encontrado trabajo ya que ni siquiera tiene la documentación en regla.

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