¿Una pastilla para sustituir el ejercicio?

Tratamientos

Varios estudios recientes explican las vías que está desarrollando la investigación biomédica para hallar un medicamento capaz de frenar la obesidad sin mover un dedo.

Karelia Vázquez

24 de octubre 2015 - 01:00

En un mundo futuro, pero no tanto, todo cabrá en una pastilla. Y cuando decimos todo, incluimos su hora de running o su clase de zumba o su caminata diaria para sacar al perro. En un mundo ideal, que aún no ha salido del laboratorio ni ha superado en muchos casos los experimentos en ratones, usted podrá obtener los mismos beneficios tomando una píldora que en una sesión de entrenamiento. Ni siquiera tendrá que levantarse del sofá para conseguirlo, quizás para ir a la nevera si prefiere tomar la pastilla mágica acompañada de un vaso de agua. Por lo demás podrá seguir tumbado: una píldora hará el trabajo sucio por usted.

Son varios los laboratorios farmacéuticos metidos en al carrera para conseguir lo que se conoce como "la píldora del ejercicio" -exercise pill en inglés. Dicho fármaco tendrá que ser capaz de mimetizar todo lo que el organismo saca de una rutina sistemática de actividad física. A saber: mejorar el metabolismo de las grasas, fortalecer las fibras musculares, estimular la producción de vasos sanguíneos, mejorar la función renal y fortalecer, como lo hace el deporte, prácticamente toda la función celular. Los investigadores están probando varias versiones de ese fármaco multipropósito en animales de experimentales.

Un estudio publicado en septiembre en la revista Trends in Pharmacological Sciences (tendencias en Ciencias farmacológicas) hace una revisión de todas las versiones de la píldora del ejercicio que están en construcción. Según sus autores para conseguir que un fármaco de esa naturaleza sea realmente efectivo su principio activo debe ser capaz de actuar en varios sistemas de órganos del cuerpo humano.

Una de las candidatas se llama AICAR y en sus inicios fue un fármaco indicado para proteger el daño cardíaco durante una cirugía. Ahora, al menos en ratones, la molécula ha conseguido incrementar la expresión de los genes que codifican las proteínas involucradas en el metabolismo del oxígeno, eso se traduce en un aumento del 44% de la resistencia durante una carrera.

Otros candidatos aún permanecen sin nombre propio y son solo números, GW501516, GSK4716 y SR9009. Pero según el estudio parecen beneficiar a los roedores de un modo similar a la Irisina, un fármaco conocido por su capacidad de quemar la grasa almacenada. De momento los ratones obesos en los que se ha probado han conseguido "una pérdida de peso significativa" con diez días de tratamiento.

Otro estudio de un equipo de la Universidad de Sydney (Australia) y que se ha publicado en la revista Cell Metabolism en colaboración con investigadores daneses ha identificado 1000 cambios moleculares que tienen lugar en el cuerpo mientras se practica una actividad física intensa, y que suponen unos comportamientos dignos de imitar por una hipotética píldora del ejercicio. Según el autor principal del trabajo, David James, su sueño sería conseguir un fármaco que pudiera actuar por diferentes vías metabólicas, tal y como haría una sesión de deporte en el organismo. Todos estos expertos reconocen que será difícil mimetizar los efectos del ejercicio físico que además de fortalecer la estructura ósea y la masa muscular, mejora la cognición y ayuda a superar la depresión y la ansiedad. En su opinión es "poco realista" esperar que en un futuro inmediato una píldora sea capaz de sustituir del todo a la actividad física.

Uno de los coautores del estudio publicado en Trends in Pharmacological Sciences, Ismail Laher, farmacólogo y profesor de la Universidad de Columbia aclara que el paciente candidato de la píldora del ejercicio no es, como usted puede imaginar, ese sujeto que le da pereza ir al gimnasio. "Los fármacos de este tipo -escribe en el estudio- serán una gran oportunidad para las personas con minusvalías físicas".

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