¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
La opinión invitada
Desde los inicios de la agricultura, leguminosas como las habas o los garbanzos han sido fundamentales en la dieta humana y animal y han estado muy arraigados a nuestra cultura agronómica y culinaria. Son una fuente de proteínas altamente digeribles con innumerables efectos saludables. Sus niveles de calcio son comparables a los de los productos lácteos y presentan isoflavonoides, con efectos anticancerígenos. Su consumo previene enfermedades crónicas como la diabetes, la osteoporosis y enfermedades cardiovasculares, reduciendo también la concentración de colesterol y la obesidad. Son recursos alimenticios valiosos, actualmente infrautilizados, pero con una creciente importancia geopolítica y sanitaria dado el aumento de los precios mundiales de las proteínas y el cambio hacia hábitos alimentarios menos saludables.
Las leguminosas presentan una serie de ventajas adicionales al ser las únicas plantas capaces de fijar el nitrógeno del aire, que luego liberan al suelo. El nitrógeno es el nutriente mas limitante en ambientes naturales y agrícolas por lo que aparte de reducir su necesidad de fertilizantes contribuyen al aporte de nitrógeno del siguiente cultivo. La rotación con leguminosas, además de requerir menores labores y gastos, rompe los ciclos de enfermedades y plagas del cereal, mejora la estructura del terreno y su raíz favorece el crecimiento de muchos organismos beneficiosos del suelo. En consecuencia, el cultivo de leguminosas aporta sostenibilidad a nuestros sistemas agrícolas reduciendo los insumos de fertilizantes y plaguicidas, mejorando la producción y, sobre todo, la calidad de alimentos, piensos y medio ambiente.
Nuestro agricultor tradicional solía aprovecharse de estos beneficios. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado, las rotaciones leguminosa-cereal se fueron abandonando al cambiar las prácticas agrícolas y disponer de fertilizantes nitrogenados relativamente baratos que parecían ser más eficientes en mejorar los rendimientos. La actual agricultura intensiva europea, basada principalmente en la rotación oleaginosa-cereal, ha conducido a un largo declive en el cultivo de leguminosas, generando una total dependencia de las importaciones de proteínas vegetales. La producción de proteína vegetal de la UE ocupa sólo el 3% de sus tierras de cultivo, lo que cubre apenas el 30% de nuestra demanda de proteaginosas para piensos. Resulta absurdo, sin embargo, que debamos importar el 70 % de proteínas vegetales en su mayor parte de Estados Unidos, Méjico o Argentina, con unos costes energéticos y económicos inasumibles en una sociedad moderna.
Retomar el cultivo de leguminosas es esencial para el futuro de nuestra agricultura. La situación actual ha generando un interés renovado por estos cultivos favorecido, además, por el alto precio de los abonos nitrogenados y el incremento de superficie destinada a rotaciones y cultivos ecológicos. Existe una creciente demanda de productos uniformes y de calidad que, en la situación anteriormente descrita, resulta difícil de conseguir. Por ello la Unión Europea quiere animar a los agricultores a reintroducir las leguminosas entre sus cultivos. Una importante medida de apoyo lo constituye la nueva PAC 2014-2020, centrada en una mejora de la calidad y estructura del suelo, aumentando la producción a un menor coste. Entre las prácticas agronómicas para cobrar el pago verde se encuentra la diversificación de cultivos, proponiendo la rotación con un mínimo de tres, entre las que se incluirían leguminosas.
El incremento en la superficie de cultivo de leguminosas y la reactivación de su comercio en la UE está sujeto a un incremento de su competitividad económica. Para ello se deben resolver algunos de los principales factores limitantes de su producción y productividad. Por ello la UE esta financiando diversos proyectos de investigación de gran envergadura entre los que se encuentra Legato, Leguminosas para la Agricultura del Mañana. El proyecto reúne a 17 instituciones científicas y 10 empresas o asociaciones profesionales de 12 países europeos. Legato, de tres años de duración -hasta 2017- abordará nuevos métodos para la mejora y gestión de importantes leguminosas europeas (habas, guisantes, altramuz y almortas), identificando factores que limitan su cultivo y buscando soluciones mediante el desarrollo de nuevas variedades, prácticas culturales y usos alimentarios.
El equipo de Mejora y Biotecnología del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), desde su centro Alameda del Obispo de Córdoba, es uno de los grupos participantes y desarrollará su trabajos en habas.
Las habas son un cultivo que necesita de insectos polinizadores para producir grano. Por ello la autofertilidad es un carácter de gran relevancia considerando la actual alteración de los hábitats, las consecuencias del cambio climático y la radical disminución de insectos polinizadores por el empleo de pesticidas químicos.
Por ello, el Ifapa se encargará de identificar los genes responsables de la autofertilidad en habas y de desarrollar marcadores moleculares para su introgresión en variedades. Otro trabajo asignado al grupo es el desarrollo de marcadores moleculares para seleccionar semillas de habas libres de vicina y convicina a fin de mejorar la calidad alimenticia y digestibilidad de las mismas. Por último, la presencia de plagas, enfermedades y plantas parásitas hace que en ocasiones el cultivo de leguminosas no sea rentable en nuestros agrosistemas. Por tanto, este instituto de investigación, perteneciente a la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, participará en la búsqueda de nuevas fuentes de resistencia a plagas (pulgones, gorgojos, etc.) y enfermedades (mancha chocolate, jopo, Ascochyta, etc.) y en la identificación de los genes responsables de su control para su empleo en programas de mejora.
También te puede interesar
Lo último