Cuando ella no se lo espera
violencia de género
Un estudio revela que muchos de los agresores machistas siguen un patrón de conducta para sorprender a su víctima, que no pueda defenderse y asegurarse de que logra asesinarla.
Si se busca en Google algún suceso que haya provocado la muerte de 151 personas aparecen las primeras noticias que se publicaron tras el terremoto que el 19 de septiembre hizo temblar la tierra en México. También se menciona ese número de víctimas en varios corrimientos de tierra tras un episodio de fuertes lluvias que asoló Bangladesh en junio. Difícilmente aparecerán casos de violencia machista, pero según el estudio realizado por la abogada Aurora Genovés fueron 151 las mujeres que murieron a manos de sus parejas o ex parejas en Andalucía entre 2005 y 2015.
"Es el estudio más exhaustivo que existe en España", explica esta letrada experta en violencia de género, que cita otras investigaciones similares en el País Vasco, pero ninguna que abarque once años. El análisis, coordinado por la Junta de Andalucía, se basa en las sentencias judiciales de los 150 casos de violencia de género que acabaron con asesinato u homicidio de las víctimas. El objetivo era detectar las situaciones de riesgo para, de esa manera, mejorar el trabajo de prevención por parte de las administraciones.
La firma, el pasado septiembre, del pacto de Estado contra la violencia de género es un ejemplo del compromiso creciente que las fuerzas políticas vienen adquiriendo para luchar contra este problema. Pero estudios como el de Genovés demuestran que queda trabajo por hacer, ya que un 10% de las fallecidas a manos de sus parejas o ex parejas entre 2005 y 2015 recibían algún tipo de protección, como una orden de alejamiento.
¿Qué pasó en estos casos? La casuística es variada, pero el estudio que dirige la abogada cordobesa detectó un posible patrón de conducta entre los agresores. En un tercio de los casos analizados consta en la sentencia la existencia de violencia previa al crimen y en muchas ocasiones el agresor amenazó de muerte a la víctima durante una discusión. "Suele haber un detonante, como un episodio de celos o que ella le pida el divorcio", explica Genovés antes de reconocer que esa amenaza no siempre se traduce en una denuncia de la víctima.
Según el modus operandi que se extrae del estudio, el agresor deja pasar un tiempo tras el conflicto y actúa con normalidad. Es entonces cuando la víctima baja la guardia, no se protege, sigue con su rutina e incluso convive con él. Tras ese periodo y sin previo aviso y sin que exista una nueva discusión, el agresor "busca el momento adecuado" y ataca a la mujer por sorpresa con la finalidad de que no pueda defenderse ni evitar el ataque. "Elaboran un plan", abunda Genovés.
Esta afirmación de la letrada se sostiene en las sentencias que condenaron a los agresores. 64 de los casos contemplan un delito de asesinato, es decir, mataron a las mujeres con alevosía o ensañamiento. Según el Código Penal, la alevosía consiste en el uso de medios para asegurar que la víctima no puede defenderse y el estudio de Genovés revela que las sentencias que decretan que se trata de un asesinato con alevosía los hechos se describen con apelativos como "vileza" o "maldad" y se incluyen conceptos como "perversidad", "deslealtad" o "conducta taimada".
El patrón de conducta detectado por Genovés y sus colaboradoras procede de la combinación de las sentencias que contemplan la violencia previa -51- y las aprecian alevosía -58, la mayoría de ellas alevosía sorpresiva-. Si se cruzan ambos datos, resulta que en 28 casos concurren ambas circunstancias. Se trata del 34,56% de las sentencia analizadas entre 2005 y 2015, ambos años inclusive.
Sin embargo, el análisis realizado por la abogada cordobesa aporta otros datos que servirán para obtener la base de datos que Genovés aspira a armar para poder seguir sacando conclusiones que ayuden a evitar este tipo de crímenes. El 78% de los asesinatos incluidos en el análisis fueron en el domicilio común, algo lógico cuando se tiene en cuenta que el 40% de los agresores son el marido de la víctima y el 32%, su pareja estable. Más reducidos son los casos donde el autor del suceso es la ex pareja (19%), el ex marido (7%) o alguien que mantiene con la mujer una relación de otro tipo (2%).
La propia Genovés reconoce que es complicado sacar conclusiones de la distribución geográfica de los asesinatos machistas, pero resulta llamativo que el 37% de los casos se produjeran en localidades con menos de 20.000 habitantes. Según el estudio, este dato es importante para la prevención, ya que "Andalucía tiene un gran número de municipios pequeños, pedanías y núcleos donde el aislamiento puede ser un factor de riesgo". Por eso, la recomendación es fomentar que la información llegue a las mujeres que viven en poblaciones pequeñas y facilitarles la denuncia si están en situación de violencia.
Otro colectivo al que facilitar la información es el de mujeres extranjeras. El 17% de las asesinadas entre 2005 y 2015 no eran de nacionalidad española, lo que indica una necesidad de redactar las recomendaciones a víctimas de violencia de género de forma comprensible y traducida a distintos idiomas. Además, las zonas donde hay una importante población de mujeres inmigrantes deben contar con expertos capaces de comunicarse con víctimas potenciales.
"Hay que insistir para que las víctimas denuncien y soliciten las medidas de protección", apunta el estudio, que también pone de manifiesto la importancia de facilitar a las mujeres que hayan sufrido violencia de género el apoyo institucional necesario para que mantengan esa protección y avisen a las autoridades si el agresor quebranta las órdenes de alejamiento.
"Cada una de estas 150 mujeres vivía hace poco tiempo y sus vidas acabaron injustamente", señalan Genovés y su equipo, que quieren dedicar su investigación a las víctimas. Según la abogada, el análisis realizado debe completarse con una base de datos que no sólo contemple las actuaciones judiciales, sino también los hechos anteriores al crimen. Para ello, afirma, habría que constituir un equipo multidisciplinar permanente compuesto por juristas, forenses, criminalistas y psicólogos que profundice en los asesinatos que forman el estudio inicial y continuar la investigación en los próximos años.
"Alevosía doméstica": el asesino se sirve de su relación de confianza
"El acusado aprovecha el momento en que su víctima, que es su propia mujer, con la que convive, se encuentra tumbada en la cama, desprevenida y sin posibilidad de oponer una defensa eficaz de su persona, es por ello que hemos dicho también que estamos en presencia, pues, no solamente de un ataque sorpresivo, sino lo que hemos denominado como "alevosía doméstica." Esto es un fragmento de una de las sentencias analizadas en el estudio realizado por Aurora Genovés y que se presentó en el VIII Congreso Para el Estudio de la Violencia contra las Mujeres, organizado por la Consejería de Justicia e Interior los días 23 y 24 de octubre. En uno de los casos incluidos en la investigación se alude a una sentencia del Tribunal Supremo (527/2012 del 29 de junio) se reconoce como agravante en un caso de violencia machista un tipo de alevosía -denominada como "doméstica"- en la que el asesino se aprovecha de su relación de confianza con la víctima generada por la convivencia entre ambos. Esta situación favorece que las mujeres no se preocupen por un posible ataque, es decir, es una alevosía "derivada de la relajación de los recursos defensivos como consecuencia de la imprevisibilidad de un ataque protagonizado por la persona con la que la víctima convive día a día."
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