La no muerta de San Rafael
Juana Escudero Lezcano, de 53 años, trata de demostrar que está viva y no enterrada en un cementerio de Málaga, como figura oficialmente.
Alcalá de Guadaíra (Sevilla)/No se parece en nada a un zombi, aunque oficialmente pueda ser considerada una no muerta como ellos. Lleva años intentando abandonar esta condición, pero le está costando más de lo debido. Juana Escudero Lezcano, de 53 años y viva, vivísima -tanto que le duele la garganta de repetir su historia- está oficialmente enterrada en el cementerio de Málaga, una ciudad con la que no tiene relación alguna. Según los papeles, fue enterrada el 13 de mayo de 2010. Seis años después, en 2016, fue exhumada y sus restos se guardan ahora en un osario del camposanto malagueño.
"Usted puede ver que no es así, ¿no? Es evidente que no estoy muerta", dice Juana, en el salón de su casa de la barriada de San Rafael, un pequeño núcleo de viviendas situado muy cerca de Torreblanca pero ya en el término municipal de Alcalá de Guadaíra. Supo que constaba oficialmente como fallecida en el año 2011, cuando fue al médico con un cólico nefrítico. "Fui de urgencias, pero tuve la suerte de que la médico
que estaba era la mía de cabecera. Cuando metió mi nombre en el ordenador le aparecía yo como muerta. Me giró la pantalla para que yo lo viera. Fallecida. Eso ponía. Total, que la mujer me atendió porque sabía que era yo y lo mío era urgente. Me dijo que luego ya me encargara de resolver lo que fuera".
Juana se recuperó del cólico nefrítico y se dirigió a la Seguridad Social para arreglar el malentendido. Efectivamente constaba que había muerto, con su nombre, fecha de nacimiento, DNI y demás datos. "Me explicaron que alguien le habría dado por error a alguna tecla y por ahí vendría el problema. Quizás fuera un error informático. Bueno, bien. Fuimos a Hacienda, a los juzgados... en todas partes figuraba como fallecida. Yo entonces era autónoma, tenía una tiendecita -sigue con una, pero mucho más pequeña-, pero a los pocos días murió mi marido".
Tras la defunción de su esposo, fue demostrando su condición de viva en todos estos organismos, en algunos sitios con mejor trato que en otros. Recuerda que en Hacienda le llegaron a decir que podría ser sancionada por usurpación de identidad. "Encima. Me matan y me multan, sin tener yo nada que ver con la historia", cuenta, y deja claro que estuvo muerta para todos los organismos e instituciones salvo para los bancos. "Para ellos siempre he estado viva, no dejó de llegar nunca una factura, la hipoteca ni el autónomo".
En 2012 se llevó otra sorpresa cuando renovaba el carné de conducir en un centro médico. "Cuando ya estaba
todo listo, el hombre me dijo que no me lo podía hacer. Me hizo el mismo gesto, me giró la pantalla y pude leer la misma palabra: Fallecida". Otra vez tuvo que hacer gestiones, en esta ocasión con la Jefatura Provincial de Tráfico, para demostrar que estaba viva. Todavía no sabía nada de que estaba enterrada en Málaga. Eso lo desconocía hasta octubre de 2016, cuando decidió sacarse un nuevo DNI porque se iba de vacaciones unos días a Marina D'Or y no encontraba su carné. "Lo extravié y fui a hacerme uno nuevo, ahí a la comisaría de Sevilla Este. La persona que me atendió me miró de una forma que ya me puso a mí con la mosca detrás de la oreja. Se levantó a consultar algo y al volver ya le pregunté yo directamente: '¿Qué pasa? ¿Ya me han matado otra vez?". Y otro giro de pantalla.
Una responsable de la comisaría la llamó por teléfono varios días después y le dijo que estaba oficialmente enterrada en Málaga. Su hija llamó al cementerio y le confirmaron la fecha de la sepultura y el traslado de los restos al osario, le confirmaron que era ella, su DNI y su fecha de nacimiento. "Mire, le dijo mi hija, esa persona es mi madre y aquí al lado está. Imagínese la cara de la mujer del cementerio". Nadie le ha explicado el origen de esta no muerte. Ella piensa que pudo confundirse con una hermana con la que no tiene ningún contacto desde hace años, pero que tiene la misma inicial que ella. Pero es sólo su opinión y no sabe quién es la persona que está en el osario de Málaga. En diciembre llamó al programa El público, de Jesús Vigorra. Ayer la agencia Efe contó su odisea. A día de hoy es la única persona en el mundo capaz de pedir una fe de vida en Sevilla y un certificado de defunción en Málaga. Surrealista.
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