Sevilla-Cádiz | La crónica
  • Los sevillistas realizan un partido esperpéntico, sin el mínimo de ganas para conseguir el triunfo, y acaban derrotados ante el Cádiz en el minuto 96 con un gol de Sergi Guardiola

  • Así le hemos contado el Sevilla-Cádiz

El Sevilla avergüenza a todos los suyos... y hasta al fútbol (0-1)

Ortiz Arias acude al VAR para ver el polémico autogol de Badé. Ortiz Arias acude al VAR para ver el polémico autogol de Badé.

Ortiz Arias acude al VAR para ver el polémico autogol de Badé. / Juan Carlos Muñoz

Partido para el sonrojo en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. El Sevilla terminará la temporada 2023-24 en la misma línea con la que se ha manejado durante casi todo el curso, provocando la mayoría de las veces la vergüenza de todos los que sienten la fe balompédica radicada en el barrio de Nervión. Esta cita contra el Cádiz no fue una excepción, aunque seguramente multiplicara de manera exponencial el enfado de los más de 33.000 aficionados locales que se acercaron con el deseo de presenciar un buen espectáculo. Lo que se encontraron fue un equipo propio esperpéntico, sin el mínimo de ganas para sumar un triunfo y que acabó perdiendo, de nuevo, en el minuto 96 con un gol de Sergi Guardiola con todos los locales fuera de sitio y quienes no lo estaban mirando desde muy cerquita.

Fue la fiel, y esperada, consecuencia de lo que había sido un partido en el que incluso fue anulado un gol por un remate de Badé contra la portería de Nyland (66'). Es cierto que el central francés recibió una patada de Chris Ramos, pero ésta se produjo después de que el defensa sevillista se la pusiera imposible a su portero. Ortiz Arias acudió al VAR tras recibir el consejo de Del Cerro Grande y debió pensar que el puntapié del delantero cadista merecería semejante castigo.

Era cuestión de esperar, de cualquier manera, para que el tanto del triunfo del Cádiz subiera al marcador. Ni siquiera lo impidió Juanlu cuando se quedó absolutamente solo delante de Ledesma después de un pase profundo de Suso. Hubo tiempo, incluso, para que todos los sevillistas apostaran con quienes tenían al lado sobre el desenlace de la jugada. Ganó quien predijo que aquello quedaría en nada, la pelota le llegó mansita a las manos al cancerbero argentino. Simple dato objetivo, sin más juicio de valor...

Incluso Mariano dispuso de tres llegadas consecutivas en ese tiempo en el que el Cádiz dejaba desprotegida sus espaldas para demostrar que su fichaje fue un verdadero pufo de Víctor Orta en el último día del mercado. El ex madridista no le pudo pegar peor al balón en los minutos 88, 92 y 95.

Fue justo antes de que naciera el gol del Cádiz con Soumaré en una posición impropia del medio centro defensivo, con Badé fuera de los terrenos de un central y con Sergio Ramos mirando la pelota que le llegaba desde Juanmi a Sergi Guardiola. Cero a uno y alegría para los cadistas, pero también una profunda desazón para unos sevillistas que no daban crédito al partido de los suyos. Si lo dieran, cabría pensar en que son aún peores sus futbolistas de lo que aparentan.

Primer tiempo horrendo

Cualquiera que viera el juego desarrollado por este Sevilla hasta el intermedio, dejando, por ejemplo, que Robert Navarro (35') y Chris Ramos (40') afrontaran sendos mano a mano con Nyland y que no fueran capaces de aprovecharlos tendría todos los motivos del mundo para preguntarse sobre qué estaba pasando allí. Pero es que la respuesta después de todo el curso que han desarrollado los sevillistas es tan complicada que también se puede sacar la conclusión de que son sencillamente muy malos.

Es complicado llegar a esa conclusión cuando se analiza a un futbolista como Sergio Ramos, pero el veterano central vio pasar a ambos futbolistas cadistas como si se tratara de un tren que no hace parada en una estación de paso. En el segundo de los casos, se cayó al césped y protestó la falta de Chris Ramos, pero la realidad es que la jugada siguió y el futbolista que pasara por la cantera del Sevilla fue incapaz de aprovechar el regalito. Disparó fuera cuando había superado a Nyland en su salida y no había ningún futbolista protegiendo la portería de los locales.

Fue el colmo de la actitud de un Sevilla que ni siquiera en chanclas podía poner menos por ganar el antepenúltimo partido del campeonato liguero, probablemente la última oportunidad de hacerlo, porque con semejante rendimiento las opciones ante el Athletic y el Barcelona deberían ser prácticamente nulas. Aunque váyase usted a saber cuál será la actitud de los denominados profesionales, porque lo son desde el mismo momento en el que cobran puntualmente, en esas dos citas para el epílogo.

De momento, lo que sí se vio en casa, ante esos 35.000 aficionados, muchos de ellos del Cádiz, cierto, fue un espectáculo paupérrimo, indigno incluso. Y no se trata de perderle el respeto a quienes juegan al fútbol profesionalmente, algo de lo que quien suscribe estas líneas, intenta huir siempre, pero es que la intensidad era absolutamente nula, como si no se jugaran ni siquiera la honrilla.

Por ejemplo, la jugada del error de Chris Ramos. Nyland saca a balón parado desde su propia portería, pone la pelota en una zona lógica en el campo rival y no va ni un solo futbolista vestido de blanco a tratar de pelearla, al menos a disputarla. Escalante le da de cabeza hacia arriba y Badé, primero, y Sergio Ramos, después, dejan expedito el paso a Chris Ramos, quien superaba la salida de Nyland para fallar a puerta vacía. Un horror.

Suso por Lukébakio

Cabía esperar que el juego de los nervionenses fuera algo mejor tras el intermedio, pero con semejante actitud era sencillamente una utopía. Salió el gaditano Suso por Lukébakio, pero aquello no progresó adecuadamente, sino todo lo contrario.

El Cádiz aprovechó esa desidia para tener una infinidad de ocasiones de gol desde la buena parada de Nyland a un remate lejano de Rubén Alcaraz (59'), un cabezazo de Escalante (60'), otro de Chris Ramos ganándole en la acción a Sergio Ramos y Kike Salas (61')... Sólo Badé pareció querer defender, al menos, al evitar sendos remates de Javi Hernández (63') y Juanmi (65'). Pero después fue el propio francés quien superó a Nyland hasta que el VAR intervino. Gol mal anulado pese a la evidente patada, pues ya había realizado la vaselina contra su propia portería.

Pero el gol tenía que llegar antes del final, Nyland lo impidió al repeler con el rostro un remate a bocajarro de Sergi Guardiola (82') y ahí comenzó el carrusel de llegadas sevillistas antes relatado. Todas tuvieron una resolución esperpéntica, impropia de jugadores de Primera División. Pero es el fútbol, dirán los más puristas.

Jesús Navas era sustituido entre lágrimas del capitán sevillista, no se sabe por qué razón. Hasta que llegó el tanto de Sergi Guardiola para premiar los méritos del Cádiz y fustigar a unos sevillistas, los profesionales en este caso, que avergonzaron a todos los suyos y hasta el propio fútbol con un rendimiento tan nefasto. 

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